... he ido al espacio

Bueno, ni yo ni muchos. Hoy se cumplen 57 años desde que Yuri Gagarin se convirtiese en el primer hombre en ir al espacio. Ay, y a mí ya con lo que me cuesta subirme a un avión... En este tiempo hemos aprendido muchas cosas sobre el espacio o quizás no, así que hoy les traigo: Cinco mitos sobre el espacio exterior.

En la cara oculta de la luna nunca da el sol: Pues no, le llamamos cara oculta porque desde la Tierra no llegamos a ver parte de la superficie lunar, pero piensen, por ejemplo, durante un eclipse de Sol, que la parte que no vemos está recibiendo sol de pleno.

El Sol es amarillo: En los mapas del tiempo, en los emojis, o desde la Tierrra en general sí que lo vemos amarillo, pero realmente es efecto de la atmósfera, piensen que al amanecer o atardecer tiene otro color más rojizo, más de Ciudadanos, pero si se salen a dar un garbeo como Gagarin, verán que es blanco.

El Sol está en llamas: Pues esto tampoco, podría parecer que lo que emana el sol son fuego y llamaradas pero realmente se trata de una bola de gas que emite energía a través de una fusión nuclear. Vamos, algo parecido a una persona que se haya ido a Asturias un fin de semana a hincharse a “fabes” y sidra.

En el espacio no hay gravedad: Que no quiere decir que si matas a alguien en el espacio no sea grave, no. Esta creencia se refiere a que, como los astronautas flotan en la Estación Internacional Espacial, se dice que no hay gravedad. Error. Realmente toda la disposición de los planetas, y que roten unos astros en torno a otros es pura acción de la gravedad y que cada cuerpo planetario tiene su propia gravedad. Por eso en la Tierra las cosas caen a una velocidad, en la Luna caen a una sexta parte y en la Comunidad de Madrid no se sabe aún si va a caer Cifuentes, porque claro, la gravedad allí es otra.

Luar se emite desde la luna: Bueno, este mito me lo acabo de inventar, pero tiene sentido, o si no no se entiende que Gayoso siga así de lozano y que no se canse de tener el brazo que sujeta el micrófono siempre en alto a la altura de la barbilla.