De currículums y mentiras

Santa Cruz de Tenerife

En este país somos adictos a la filosofía "O calvo o peludo". Cuando nos da por algo, somos como los marineros antiguos, que veían sirenas hasta en los leones marinos.

Y en vista de que trasponer el mosqueo de las reinas a las relaciones Suegra-Nuera (así, en general) auguraba tragedia, hemos vuelto a centrarnos en el Master de Cifuentes. También es que ella no se calla, y cada vez que habla, sube el pan.

 Para colmo, la consigna del PP ha sido "Quién no ha puesto en su currículum un master de pega". Ya está. Ya la tenemos liada. Todos los políticos del país revisando a contrarreloj hasta la cartilla de notas del parvulario. Por si acaso.

Lo malo es que todos corren a borrar cualquier dato dudoso, probablemente porque no se fían mucho de sí mismos. Y estando como están bajo la lupa, eso es como poner un letrero en el cielo.

Ahí tenemos los casos sonados de Pastor y de Antona, pero no son los únicos afectados por la fiebre simplificadora de curriculums. Ni siquiera el PP es el único partido.

 El debate tiene tela. El colmo ha sido un tuitero cuestionando los estudios de Secundaria de Echenique porque no podía haber aprobado Educación Fisica desde la silla de ruedas.

Visto lo visto, lo que ni en la calle ni en los escaños parecen tener claro es que no se trata de los retoques de relumbrón. Ni de quién estudió más o menos. Se trata de la mentira. De aferrarse a ella como un náufrago y no entender que es mala tabla salvavidas. Hundió a Soria desde Panamá. Y hundió las elecciones que el PP creía tener ganadas en 2004 al negarse a admitir que los atentados del 11 de marzo tenían toda la pinta de radicalismo islamico.

Es evidente que los españoles pueden aguantar que les roben, que los expulsen de sus casas y hasta que los hagan pasar hambre. Pero no que les tomen el pelo