Marzà y el TSJ

Valencia

Las sentencias que devuelven el concierto de las unidades suprimidas a varios centros privados de la Comunitat constituyen el último varapalo judicial a la política educativa del Consell. Se suman así a las resoluciones sobre los decretos de plurilingüismo, dos disparos directos a la línea de flotación de las intenciones de Vicent Marzà.

Sin entrar en el debate sobre los conciertos o el reparto de horas entre las distintas lenguas, lo cierto es que el conseller de Educación debería analizar cómo dos de sus proyectos estrella se han dado de bruces con las resoluciones judiciales.

En primer lugar, esto le permitiría lleva a cabo sus políticas con más garantías, esquivando el via crucis judicial en el que se han convertido muchas de sus iniciativas. Y en segundo lugar, evitaría esa continua sensación de la comunidad educativa de moverse constantemente sobre arenas movedizas, sin saber a qué atenerse.