Política

El circo político

no parece adecuado dejar en el gobierno a un partido instalado en la corrupción que tiene sentencias condenatorias en muchos ministros y altos cargos de gabinetes anteriores

Luis Carlos Contreras / Cadena SER

Huelva

Cuando ya creíamos que lo habíamos visto todo, nos sorprenden con una nueva pirueta e insultan nuestra inteligencia. Los partidos políticos, denominados élites extractivas por los economistas Daron Acemoglu y James Robinson, operan ya abiertamente apartados de la obtención del bien común al que aspiramos los ciudadanos, poniendo todo su afán en el alcance de metas que les son propias, metas que solo interesan al grupo político al que pertenecen. Ciudadanos muestra una cara en contra del gobierno de Rajoy, pero como las encuestas les son favorables, no les preocupa la regeneración de la vida pública, ni la recuperación del terreno perdido en el ámbito del bienestar social; su aspiración son unas elecciones inmediatas. Podemos tiene su propio circo, sometiendo a la opinión de sus afiliados la ética, coherencia o moralidad de sus legítimas decisiones personales, y usa la coyuntura como una cortina de humo que minimice el impacto negativo de la operación inmobiliaria de sus dirigentes. El PNV, otrora aliado del Partido Popular en relación con los presupuestos, ahora apuesta por apoyar una moción de censura siempre que no implique la convocatoria inmediata de elecciones (lo que podría suponer la no aprobación de los PGE en el Senado, en trámite en este momento). Los socios del gobierno catalán, obviando la independencia del Poder Judicial, exigen la liberación de los políticos presos (que no presos políticos) y el retorno de los huidos (que no exilados), para apoyar la citada moción de censura. El Partido Popular se empeña en convencernos de que la corrupción que los tribunales han puesto de relieve eran “cosa de partido” y no temas puntuales, se aferra al carácter civil de la condena a título lucrativo y abandera la manida amenaza de la debacle económica para seguir gobernando.

El ciudadano observa atónito cómo puede no prosperar la única salida ética viable, la moción de censura, sin paliativos. Es fácil acusar al Partido Socialista de querer usar la puerta trasera para gobernar, pero no es menos cierto que, de todas las opciones barajadas es la más razonable y la que constitucionalmente corresponde; no parece adecuado dejar en el gobierno a un partido instalado en la corrupción que tiene sentencias condenatorias en muchos ministros y altos cargos de gabinetes anteriores. Hablar de moción instrumental es un eufemismo propio de quienes lo que desean es exclusivamente sacar tajada inmediata.

Este es el circo político, un circo que refleja un mal que no aqueja solo a España. Europa vive una época de ausencia de liderazgo capaz de resolver los problemas que tiene la ciudadanía, y en el resto de los países “civilizados”, el panorama no es diferente, basta ver lo que ocurre en las dos grandes potencias mundiales. El mundo político es un circo lleno de payasos (y no me refiero a esos honorables cómicos).

 
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