Ocio y cultura
85 Aniversario

Vicente Hipólito, una estrella feliz

Hipólito ha sido una verdadera "estrella" de la radio. Uno de esos pioneros que fue abriendo caminos y que durante 50 años hizo feliz a los alicantinos

Joaquín P. Reina (CADENA SER)

Alicante

Rozando lo cursi -pero no teman- comenzaré contándoles, que todos somos buscadores de estrellas. Los astrónomos nos dicen que hay estrellas azules, marrones, rojas, negras, blancas, naranjas, gigantes, exóticas, fulgurantes, enanas, intergalácticas, binarias, peculiares, congeladas, ultrafrías, oscuras, múltiples, rezagadas, fugitivas, compactas, con envoltura, simbióticas, variables, extremas...

Vicente Hipólito es una estrella fundamental. Y es que los pioneros de la radio eran estrellas. Como las del rock and roll y las glamurosas del cine. Si hubiera querido, tenía planta suficiente para convertir al Dúo Dinámico en un trío y cuenta con una voz tan modulada y profunda como para rivalizar con la de Paco Rabal.

Comenzó como uno de los exploradores de ese medio de comunicación que se empezaba a colar de forma masiva en la vida de los alicantinos. Cuando todo era de color gris, la radio iba encontrando sus fórmulas, sus recursos, sus rendijas. No había caminos y sí muchos obstáculos; todos los días había que reinventarse en ese viaje que nadie dijo que no tiene fin -afortunadamente-, pero sí muchas etapas.

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La radio es como el circo -el show siempre tiene que continuar-, ¿verdad Vicente? Por tanto, no hablaremos de las intrahistorias de una profesión que requiere muchos sacrificios personales y familiares, provocados por jornadas a contracorriente. ¡Hay cosas que a nadie le importan! ¿O es que lo importante es la red que protege a los trapecistas? Lo importante es buscar el más difícil todavía”. Aunque si le preguntamos a él, dirá que la radio -que es lo que más se parece a la vida- es como una corrida de toros o un combate de boxeo. Siempre habrá algún cabrón que quiere pegarte una cornada o un gancho de derechas en la mandíbula.

Y así, Vicente iba pintando de colores una España mustia y lánguida con "su radio HD". Aunque entonces solo existía la OM -y luego llegó la FM-. Los buenos comunicadores siempre superan los inconvenientes del medio. Con ellos, muchas veces hay que fijarse más en la forma que en el fondo ¿O es que a Joaquín Vidal no había que leerle sus crónicas taurinas aunque no te gustaran -nada de nada- los toros? ¿O a Segurola, las crónicas de los partidos del Madrid?

Vicente Hipólito en los estudios de Radio Alicante SER

Vicente Hipólito en los estudios de Radio Alicante SER / Joaquín P. Reina

Ahora, el soporte hace más nítido y universal el mensaje. Hay menos ruido, pero la misma necesidad de comunicarse, de transmitir historias y de emocionar. La diferencia radica en la confianza y en la cercanía. Demasiadas fake news. Y en ese sentido, Vicente era y es una estrella creíble. No de otra galaxia. Vive aquí, en la Vía Láctea, y te lo puedes encontrar al doblar la esquina. Y por ello, a la ahora de colarse en la vida de los alicantinos unas veces es Vicente y otras, Hipólito. A ese nivel de familiaridad llegaba. Dos nombres para una misma persona. Tanto monta. El doble de confianza.

Pero les tengo que decir que si hay algo que me desconcertaba de Hipólito, o de Vicente, era su famosa frase: “Háganme el favor de ser felices. Esas seis palabras que siempre le acompañaran y que también pasarán a la historia de los medios de comunicación en nuestra provincia.

¿Que me hagan el favor de ser felices? ¿No será el locutor el que tenía que esforzarse para hacer felices a los oyentes y no al revés? Pasado el tiempo, también me he dado cuenta de por qué Vicente llevaba a cabo esa inversión en los términos. Y es que tras colarse en las casas de los alicantinos, se convertía en uno más de esas familias. No había distancias. Todos eran uno.

En la vida, quizás, hay dos cosas que uno puede pedir para las personas que más quiere: salud y felicidad. E Hipólito, como buen epicúreo, quería contribuir a generar felicidad y por eso la demandaba para todos. Una felicidad que él también necesitaba, ya que daba sentido a sus programas de radio.

Vicente Hipólito es una estrella feliz. A años luz.

 
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