De fracaso en fracaso

Gijón

El fracaso se consumó. Solo así, como un fracaso, puede calificarse que un equipo hecho única y exclusivamente para ascender, como el Sporting no lo consiga. Porque no había otra idea ni otro objetivo que meter a este equipo en Primera. No había proyecto a medio plazo, ni apuesta por la cantera, ni siquiera fútbol bonito de ver. ¿Qué más daba todo si el fin justificaba los medios, como aseguró el artífice de todo, el director deportivo Miguel Torrecilla? Solo importaba subir y eso hacía que se pudiera perder la cabeza con catorce fichajes, convertía en insignificante el hecho de tener que desmontar la planificación en enero (cambiando al entrenador por otro de perfil radicalmente distinto y dando la patada a varias de las supuestas estrellas fichadas cuatro meses antes) o no dar oportunidades (tampoco en Segunda) a una cantera que, visto lo visto, lo hubiera hecho bastante mejor. Ayer cayeron, pero con más honor que el primer equipo, ante el Elche. El domingo fue negro para el Sporting.

La decepción del primer equipo se confirmó ante el Valladolid, en un playoff en el que al Sporting le hubiera ido mejor no presentándose. No hubo eliminatoria. El equipo gijonés no fue rival para los pucelanos. Ni en la ida ni en la vuelta. En su afán de ser positivo, el sportinguismo quiso aferrarse al postrero gol de Jony en Zorrilla como a un clavo ardiendo, dándole más valor que a los tres que le endosó el Valladolid. La realidad es que ese gol se quedó en anécdota, porque el Sporting tampoco ganó el partido de vuelta. Perdió 1-2, demostrando que es peor equipo que el pucelano. Cinco goles le endosaron los blanquivioletas en el global de la eliminatoria a uno de los supuestos gallitos de la categoría. Algunos de los jugadores del Valladolid parecían jugadores de Champions.

Malas sensaciones

El final de temporada deja un sabor de boca horrible. Por supuesto por el resultado, por el hecho de tener que seguir en Segunda División, pero porque además el playoff no hizo más que confirmar que el Sporting llegó al momento decisivo sin piernas, sin ideas y sin la más mínima lucidez futbolística. Fundido en su intento por acercarse a la costa, el Sporting dejó de dar brazadas al llegar a la orilla y se dejó llevar por la corriente. En realidad, este equipo hecho para subir se mostró verdaderamente competitivo durante un par de meses, en los que nadie niega el mérito. Pero de nueve meses, rendir en dos no vale.

El Valladolid convirtió la eliminatoria en una pesadilla. Lo fue la primera parte del choque de Pucela y lo fue el partido de vuelta, cuando el Sporting se vio con dos goles en contra a la media hora. Dos golazos los de Mata y Óscar Plano, aunque el segundo debió ser anulado por fuera de juego previo de Mata. Tampoco hubiera cambiado mucho. Carmona, de penalti, maquilló el marcador.

El Sporting tuvo un par de ocasiones al principio, en las botas de Santos y Rubén García, pero el Valladolid fue justísimo vencedor del encuentro. Al Sporting le faltó todo. Incluso Baraja recibió una soberana bronca por el primer cambio: el de siempre, Rubén García, se fue del campo en el minuto de siempre, el 60, para meter a Nano Mesa. El Molinón se lo recriminó a Rubén Baraja, por hacer un cambio tan predecible cuando el equipo necesitaba dar un paso adelante y hacer algo diferente. Al entrenador, al que nadie le puede negar el mérito de la reacción del equipo, se le ha hecho bola el final de temporada.

La imagen de El Molinón casi desierto, con los jugadores con rostros desencajados bajo el aguacero refleja la realidad de una temporada en la que el Sporting, como club, ha vuelto a fracasar. Como suele ocurrir, después de liarse la manta a la cabeza, fichar como un loco y perder toda identidad. Pero no se preocupen, que tras el partido ya dijo el presidente Javier Fernández que el consejo cree en la cantera. Se puede interpretar que el próximo año, ya con menos dinero, si subirá al menos algún jugador del filial. El problema lo puede tener Fernández si el que no cree tanto es Miguel Torrecilla, ratificado como director deportivo por el propio dueño del club. Se lo ha ganado, por lo que se ve. En su mano estará decidir si hace otros catorce fichajes o ya alguno menos. Y tendrá que valorar si apuesta por la continuidad de Rubén Baraja, que tiene contrato pero por el que el Málaga intentará echar el resto. Que acierte.