Màxim Huerta acaba con la maldición de Twitter

PALMA

Un amigo con inquietudes sociales me comenta desolado que nunca podrá dedicarse a la política.

“Tengo cuenta de Twitter”, me confiesa al borde de las lágrimas.

En efecto, lo peor de las redes sociales no es trabajar gratis para facebook, ni aportar tus datos a empresas con sombríos intereses, sino que tu pasado queda sometido al escrutinio de extraños para siempre.

Y si mañana te hacen ministro, saldrán a la luz tus comentarios despectivos sobre el presidente del Gobierno que te ha concedido tal honor.

O sobre la Agricultura, si te han encomendado las cuestiones agropecuarias.

Ahora vienen las buenas noticias.

La ley implacable de personas destrozadas por su historial de Twitter se ha truncado con Màxim Huerta.

En primer lugar, sorprende que un planeta gobernado por Donald Trump se escandalice de que el número dos de Ana Rosa acceda a un ministerio.

Una vez elevado Huerta a la cartera de Cultura y Deportes, las críticas se centraron en sus tuits desdeñosos contra el deporte, porque la cultura no preocupa a nadie.

Sin embargo, el presunto escándalo cayó en saco roto y la lección es clara.

Escribe lo que quieras en Twitter, porque no te pasará factura.