El convento de Valdeflores, monumento nacional, cierra sus puertas

Viveiro

El convento de Nuestra Señora de Valdeflores en Viveiro quedó vacío y con sus puertas cerradas con candado después de que las últimas hermanas que residían en su interior lo abandonasen este lunes. Según explicaron desde el Obispado Mondoñedo-Ferrol, las seis religiosas que actualmente habitaban el monasterio pidieron su traslado, otras tres están temporalmente viviendo en otros monasterios, así pues no queda nadie en el monasterio que pertenece a la orden de los Dominicos.

La partida de las monjas llega sólo unos meses después de que saltaran a la luz problemas de convivencia intramuros. Según trascendió, en noviembre del año pasado, entre las hermanas había dos grupos que mantenían enfrentamientos derivados de la organización de las labores diarias, unos problemas que además venían de lejos. En 2015 tres de ellas habían decidido marchar a la casa madre en Francia, y el regreso de una de ellas habría originado nuevas tensiones y fue precisa la intervención de Roma y de la diócesis para encontrar una solución.

Ahora, el Episcopado reconoce que la avanzada edad de las monjas, algunas enfermas, unidos a “otras dificultades de la vida interna”, originaron su petición de traslado al convento de dominicas en Cangas de Narcea, en Asturias. Al parecer, la orden buscó religiosas más jóvenes para incorporalas al convento y revitalizar la vida comunitaria, pero fue una misión imposible. La priora del convento comunicó la pasada jornada al obispado su renuncia y entrego unas llaves del inmueble. También informó al gobierno municipal de su partida.

Un monumento emblemático

El monasterio de Valdeflores de Viveiro está declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico nacional. Se trata de una construcción siglo XV, y su iglesia también es del siglo XV, de estilo gótico, momento también al que corresponde la talla de la Virgen de Valdeflores, la cual se venera en este templo.

Las hermanas dominicas aunque dedicadas a la vida contemplativa también realizaban dulces, una tarea por la que eran muy conocidas. Así hacían, entre otros tartas de almendra, bocaditos o suspiros y en Navidad elaboraban postres típicos de esa época. Actualmente vendían por internet y por encargo telefónico.

El obispado agradece a las seis monjas su dedicación durante años y manifiesta tener en alta estima el monasterio. Añade que corresponde a la orden de predicadores das los pasos oportunos para encauzar el tutor del monasterio y que la Diócesis colaborará en lo que se le pida y pueda, comprendiendo y respetando las decisiones de la congregación. También puntualizan que se seguirá celebrando culto los domingos en los horarios habituales en la iglesia del monasterio.