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Antonio Coronil

‘Indeleble’

Tuvo Algeciras una dársena repleta de traíñas, que cargadas de cajas, de redes bien dispuestas y un bote lucero al remolque, recorrían la tarde de un mar oscureciendo en busca de plateadas sardinas y agitados boquerones

Firma Antonio Coronil, "Indeleble"

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Algeciras

Tuvo Algeciras una dársena repleta de traíñas, que cargadas de cajas, de redes bien dispuestas y un bote lucero al remolque, recorrían la tarde de un mar oscureciendo en busca de plateadas sardinas y agitados boquerones. Con el alba, la lonja dispuesta a recibir los frutos de la mar.

Tuvo Algeciras un turismo de camping que se asomaba a un Rinconcillo sin chimeneas. Que acogía en casetas de rallas blancas y rojas las risas despreocupadas de una infancia de vacaciones. De baretos de pescadores, con morrallita y botellín.

Tuvo Algeciras unos patios de cal y geranios, con catalejos de monedas. Una caridad llena de ultramarinos, con balcones de forja y canalones de zinc. Una casa de las muñecas, que iban al Casino Cinema a ver la matinal del domingo.

Tiene Algeciras una juventud de gorra y skate, además de una enorme cantidad de algecireños de adopción, que no les emocionas las estampas del pasado. Que piden una ciudad llena de posibilidades y servicios, frente a lo bucólico del pueblo blanco a orillas del mar. Y no por ello son menos habitantes de esta ciudad, madre de todos. Vecinos que viven y pagan, que son parte sustancial de nuestra localidad. Son paisanaje, que perfeccionan este paisaje.

Parece tener Algeciras, visos de capital. Urbe moderna, que aún con una suculenta historia, no conserva un patrimonio importante, pues la piqueta inculta e interesada de sus gobernantes así lo quisieron.

Y se ven trazas de esta modernidad, en Juan Pérez Arriete camino al infame túnel del acceso norte, dónde edificios como la Cámara de Comercio, varios hoteles y la jardinería adecuada, componen una de las partes más rematadas de nuestra ciudad.

Otra de las zonas con más garbo y aires de futuro, desde las ruinas meriníes hasta la escuela de arte, es atacada ante la indolencia de todos y por la indecencia de unos cuantos.

El Edificio del Campus Tecnológico, infraestructura de referencia en la Comarca, para la creación, el conocimiento y la innovación. Y el Centro Documental José Luis Cano, de singular compostura que ya es referente cultural de la ciudad. Dos edificios emblemáticos, donde la cultura y la ciencia son vecinas, que piden a voces no ser retranqueados por la especulación.

Es increíble que el Ayuntamiento no haya sido capaz de parar tal ofensa estética y ética, para disponer de la justa antesala que ambas edificaciones necesitan. Para hacerlas más visibles, para hacerlas más accesibles.

Resulta grotesco que en la inauguración del edificio universitario, el Alcalde dijese que se abría una ventana a la investigación y a la innovación en nuestra ciudad. La verdad será que la ventana se abrirá a un triste callejón, encorsetado por un bloque de hormigón.

No supieron proteger nuestro pasado, no saben gestionar nuestro presente y sí saben arruinar lo poquito más digno de nuestro futuro.

La decisión cateta y torpe, o es de suponer, también interesada de nuestros gobernantes deja, una vez más, una huella indeleble en nuestra ciudad.

 
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