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Tarancón

Añorados molinos de viento inmortalizados en una calle en Tarancón

En 'Callejeando por Tarancón' Gema Garrido se para es la calle Molinos de Viento y nos cuenta su historia

Dibujo con molinos de viento de fondo para el romancero de su hermano. / Carlos Rius

Tarancón

Gema Garrido, autora de 'Callejeando por Tarancón' ha decidido llevarnos hasta la Calle Molinos de Viento esta semana. Esta vía parte de la Calle Peña del Águila, junto al Pabellón Deportivo Municipal y termina en el Camino de la Hontanilla.

'Callejeando por Tarancón' con Gema Garrido (19/06/2018)

15:34

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Felipe Garrido 'Sani' para la Revista Castillejo

HISTORIA DE LOS MOLINOS

Los molinos de viento comenzaron a construirse en España en el primer tercio del S.XVI, después de que una gran sequía en nuestro país secara los cauces de arroyos y ríos, impidiendo la molienda de granos en los molinos hidráulicos afectados. En nuestra comarca había molinos hidráulicos en Barajas de Melo y en las cuencas del Cigüela y el Tajo.

Las “Relaciones” de Felipe II, del S. XVI, decían que al norte de Tarancón se labraban buenas piedras de molino; en la zona del Alto de las Peñas. Los más ancianos aún recuerdan ver en este paraje algunas piedras de molino cortadas en círculo semienterradas.

En el S.XVIII, el viajero Antonio Ponz recorrió España, tomando notas de los lugares por donde pasaba, conversando con las gentes y observando las cosas de manera personal, haciendo su crítica de los edificios, monumentos y obras de arte que encontraba. Todo esto quedó recogido en su libro “Viaje de España”.

Para llegar a Tarancón desde Madrid, Ponz tomó el camino real, en el que tenía que cruzar el río Tajo en barca al llegar a la villa de Fuentidueña. En su camino encontró tierras sembradas de azafrán, trigo y centeno, aunque, a su juicio, “no hay que buscar en toda ella nada delicioso, ni ingenioso, en materia de agricultura”.

El viajero Antonio Ponz relataba así su llegada a Tarancón: “Antes de arribar a Tarancón, puesto al cabo de un territorio llano, se sube una cuestecilla, y se ven en lo alto porción de aquellos gigantes, que tanto dieron que hacer a don Quijote, es a saber, molinos de viento. Se pudiera contar un mediano exército de ellos en La Mancha, que por tal se tiene la tierra, desde que pasara el Tajo”.

Dimas Pérez completó esta descripción en su libro “Tarancón en la historia” añadiendo que, en un pequeño recodo de esa cuestecilla que describía Ponz se encontraba la antigua fuente de la Hontanilla y, a la izquierda, el cerro llamado Cabeza Gorda que, en el S.XII, señalaba los límites entre Belinchón y Tarancón. A la derecha se encontraban los molinos de viento, que entonces eran “porción”, es decir, unos cuantos soldados del “ejército de ellos” que había en La Mancha. Es curioso que los molinos de Tarancón no se citan en el Catastro de Ensenada, aunque sí se dice que había diez molinos de aceite.

A mediados del S.XIX, cuenta Dimas que ya solo quedaba uno de esos molinos. Estaba en la parte mas alta y saneada del pueblo y allí recomendaban pasear los médicos en la época del cólera. En el “Diccionario Geográfico Estadístico” de Madoz, de 1845, se habla de un molino de viento junto a los molinos de aceite.

Las reliquias de ese molino se mantuvieron “in situ” hasta principios del S.XX y el paraje siguió siendo conocido como “los molinos de viento”.

En la Sesión Plenaria del 31 de octubre de 1986, presidida por D. José Miguel Ruiz Parra, se aprobó el nombre de la Calle Molinos de Viento.

Gema Garrido

Gema Garrido

LOS RÍUS Y LOS MOLINOS DE VIENTO

Según el testimonio de D. Luis Ríus Zunón, a principios del S.XX se conservaban en Tarancón todavía tres molinos de viento, aunque estaban en desuso. Dos estaban en el paraje en el que ahora está situado el depósito metálico de abastecimiento de aguas, que eran de la familia de Melchor Cano, y uno cerca de la ermita de Santa Quiteria, que era del Marqués de Alhendín, también familiar de Cano.

Según me cuenta Marino Poves, en una carta, D. Luis Rius le explicó a D. Dimas cómo siendo muchacho presenció en el casino que el dueño de los terrenos donde estaban los molinos contaba que los había tirado para tener más espacio en las eras.

En el año 1974, el grupo El Candil, que había creado D. Luis en México, grabó, dentro del LP “Camperas, jotas y seguidillas”, la jota “La Boticaria”, una canción en la que se hablaba del genio y el desparpajo de las mujeres taranconeras, en especial de la farmacéutica del pueblo, conocida como la Boticaria, que era una mujer de armas tomar:

LA BOTICARIA

Con el aire que lleva la Boticaria,

el molino de viento muele que rabia.

Muele que rabia niña, muele molino,

que lo que sobra es aire para tu trigo.

Alegres en el molino

dan vueltas y vueltas las aspas,

aunque desde ayer el viento

se echó y aún no se levanta.

Con el aire que lleva la Boticaria,

el molino de viento muele que rabia.

Muele que rabia niña, muele molino,

que lo que sobra es aire para tu trigo.

Los molinos de Criptana

y los de Mota del Cuervo,

si paran por falta de aire,

en Tarancón reina el viento.

Con el aire que lleva la Boticaria,

el molino de viento muele que rabia.

Muele que rabia niña, muele molino,

que lo que sobra es aire para tu trigo.

Que se de el aire Cierzo,

o que esté en calma el solano,

las aspas de mi molino

gozan de aire todo el año.

Con el aire que lleva la Boticaria,

el molino de viento muele que rabia.

Muele que rabia niña, muele molino,

que lo que sobra es aire para tu trigo.

Mariano Collado explica que esta fue la primera canción que hizo el Grupo Folklórico Caño Gordo de los Ríus. Además, le pusieron baile aprovechando el movimiento de las aspas del molino para la coreografía. Posteriormente, en el año 2015, el grupo local Zas!! Candil incluyó esta canción en su disco “De las cuevas”.

En el libro “Tarancón. Guía del patrimonio histórico artístico”, Marino Poves recuerda que en su infancia todavía se podían ver en el paraje de los molinos de viento dos grandes piedras de moler. Más tarde, una de esas piedras se colocó en el jardín de la vivienda que tenía junto a la estación de autobuses, D. Juan Ruiz Buendía, el puericultor de Tarancón, que era conocido como D. Juan “el Médico” y que donó muchos terrenos al pueblo, entre otros, el de las escuelas que hay junto a la piscina, el de la piscina municipal, el pabellón de ferias, el del centro social polivalente, el de la zona de las casas de los maestros, en el que se construyeron las viviendas de la Peña el Águila o parte del terreno donde se hizo el campo de fútbol.

En el año 2005, la Revista Castillejo editó un número especial dedicado a Miguel de Cervantes en el que se hablaba también de los molinos de viento de Tarancón. En esta revista reprodujo un dibujo que D. Carlos Ríus hizo para el romancero de su hermano Luis, en el que aparece el Palacio de los Duques de Riánsares y, al fondo, se ven dos molinosde viento. Además, en la portada de esta revista, Felipe Sani recreó un paisaje local con don Quijote y los molinos.

A lo largo de los años se han publicado también muchas poesías dedicadas a los molinos de viento que un día tuvo Tarancón.

 
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