Isabel Rodríguez, gran mujer y servidora pública

Palencia

Aunque mi amigo Juan Francisco Rojo ya ha hablado de su figura, yo también quiero redir homenaje a Isabel Rodríguez. Una mujer con mayúsculas, luchadora, de esas personas que te marcan cuando las conoces. Tuve la suerte de conocerla hace muchos años, cuando yo era niño. . Siempre con una sonrisa, con una buena palabra, con un gesto de cariño. Respetaba y acogía las distintas formas de creer que los dos teníamos. Valoraba los puntos de unión.

Me gustaba que sabía valorar lo bueno que hacían los demás, aunque no coincidieran con sus puntos de vista. En los últimos años he tenido la suerte de compartir vecindad con ella y con Juanjo, su marido.

Isabel ha sido una servidora pública. Dedico su vida a los demás, desde unas opciones firmemente arraigadas. Defensora de la educación, de los servicios sociales, de la igualdad… Será de las personas que más ha hecho en nuestra ciudad por los demás. Y lo hizo, sin protagonismos, desde un segundo lugar. No buscaba la foto, sino que la vida de las personas fuera lo mejor posible. Estoy seguro que pasó más de una noche en vela para poder dar una respuesta a los problemas de la gente.

No se casaba con nadie. Fue crítica con su propio partido. En las redes sociales expresaba sus convicciones, siempre con mucho respeto a los demás.

El cáncer nos la ha arrebatado, pero nunca la faltó la sonrisa y la esperanza En este tiempo no perdió la capacidad de lucha y esa sonrisa natural que la definía. Me encantaba verla tirar para adelante, disfrutar de los pequeños detalles de la vida: el regalo de una flor, el paseo con su marido, la vida e historia de sus hijas, sus hijas que son su mayor tesoro, sus nietos a los que adoraba, el disfrutar de un vino con los amigos, el participar en actividades culturales y sociales.

La vida de Isabel es un ejemplo. Grano de trigo rompiéndose, día a día en el surco del trabajo y de las labores, del esfuerzo y de la preocupación, de ganar el pan, y de estar preocupada por su familia, por la sociedad, por la gente.

Una siembra sin medida y sin par. Un esconderse y desaparecer, para que crezcan los demás. Un ir dando la vida. Es la fecundidad del amor generoso.

¡Cuánta gente como Isabel hace la vida mejor a los demás! Gente buena que nos demuestran que hay muchos políticos de todas las tendencias que merecen la pena. Gente normal que hacen de su vida una entrega de sacrificio.

Esta es sin duda la gente que merece la pena. Estoy seguro que usted podrá enumerar el nombre de esas personas que le hacen la vida mejor. Son aquellas que no esperan nada a cambio, las que siempre están, las que no abandonan cuando llega la oscuridad, las que se quedan escondidas, las que pierden para que otros ganen, las que nunca recibirán un reconocimiento, las que sufren en silencio, las que son pobre de verdad…

Son lo contrario a los corruptos, a los que ponen como centro de la sociedad al dinero, a los que viven en sus sedes o palacios y no han pisado, la calle normal. A los que hablan de justicia social y tiene sus cuentas bancarias llenas de Euros o de grandes propiedades. A los que tiene un discurso no vivido.

La vida merece la pena cuando te encuentras con personas que te iluminan, te sacan una sonrisa y te hacen la vida mejor. En Palencia hay muchas personas como Isabel. Ojalá que seamos capaces de agradecerlas en vida lo que hacen con nosotros.