‘El flujo de emigrantes y refugiados en Europa, un fenómeno que hay que prever y gestionar’

Algeciras

Este verano de 2018 estamos presenciando en las costas del Campo de Gibraltar un incremento espectacular del número de migrantes y demandantes de asilo o protección internacional que intentan llegar a las costas europeas.

Según datos de la Organización Internacional de las Migraciones, desde el 1 de enero hasta el pasado 15 de julio de 2018, 18.016 migrantes tomaron la ruta occidental que une Marruecos o Argelia con España, mientras que 17.827 atravesaron el Mediterráneo por la ruta central que une Libia con Italia.

Las causas de este incremento del número de migrantes son muchas y muy complejas, pero hoy en este comentario no nos vamos a centrar en sus causas, sino en alguna de sus consecuencias.

Por otra parte, también es cierto que gran parte de los analistas coinciden en que hay una relación directa del incremento del flujo de migración por el Estrecho de Gibraltar con las distintas negociaciones en curso entre la Unión Europea y Marruecos, especialmente delicadas después de los pronunciamientos del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre el Sáhara Occidental, territorio que no considera como una parte soberana de Marruecos.

Es casi unánime entre los expertos que una vez que Marruecos consiga imponer sus objetivos, y prácticamente todo el mundo está de acuerdo que lo conseguirá, consistentes en que la Unión Europea haga la vista gorda sobre la ocupación ilegal del Sáhara o que incluso la apoye; en ese momento, se volverán a endurecer los controles en Marruecos y se reducirá el número de salidas.

Pero, no obstante, lo cierto es que todo indica que la presión migratoria desde África hacia Europa continuará creciendo en los próximos años.

Como decíamos, de la crisis del verano de 2018 se pueden extraer varias lecciones. Me voy a detener en tres conclusiones:

1.- las Administraciones públicas españolas no están preparadas para hacer frente a estas situaciones. Por lo tanto, sería deseable una mayor planificación y preparación para un fenómeno que no se va a detener.

2.- Ni España, ni ningún país mediterráneo, puede hacer frente por si solo a este fenómeno. En consecuencia, hace falta una respuesta coordinada y solidaria a escala europea.

3.- La sociedad civil española ha respondido, en general, de una forma admirable. A diferencia de otros países, la xenofobia es casi marginal en el espectro político nacional y además, se han articulado, muchas veces de forma espontánea, respuestas sociales de apoyo y ayuda a los migrantes.

Hemos visto estos días en Algeciras, Tarifa y otras localidades como se han organizado un conjunto heterogéneo de personas, amas de casas, jubilados, trabajadores, jóvenes, que han dedicado su tiempo y energías a aportar algo de asistencia y dignidad a las personas que, tras enormes sufrimientos, han conseguido alcanzar las costas españolas.

Sirva esta humilde reflexión de hoy, como un homenaje a todas estas personas, que de forma desinteresada, al ayudar a los migrantes han mostrado el mejor lado humano en los oscuros tiempos de crisis que estamos viviendo.