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La lluvia obliga a suspender el pregón de la Feria y Fiestas de San Julián 2018

Almudena Serrano no pudo completar su intervención debido al intenso chubasco que cayó sobre el Parque de San Julián

Ayuntamiento de Cuenca

Cuenca

La lluvia impidió anoche escuchar completo el pregón de la directora del Archivo Histórico Provincial, Almudena Serrano, y obligó a suspender el acto inaugural de la Feria y Fiestas de San Julián. Aunque la ciudad estaba en alerta por tormentas, el acto se celebró en el Parque de San Julián, y dio tiempo a entregar los premios “Ciudad de Cuenca”.

Sin embargo, a los pocos minutos de comenzar el pregón de Serrano, la fuerte lluvia obligó a suspender el acto.

Aquí se puede leer el texto íntegro del pregón

Señor Alcalde, autoridades, querida familia, amigos, vecinos y visitantes de esta Muy Noble y Muy Leal, Fidelísima y Noble, Heroica e Impertérrita ciudad de Cuenca. Buenas noches a todos.

Con gran sorpresa y con mucha ilusión recibí el encargo de pregonar estas Ferias y Fiestas de San Julián 2018 y, como luego dije al Alcalde, en mi pregón no podía dejar de hablar de Historia, por oficio, dedicación y la pasión que por ella me mueve.

Y pensando en esta encomienda tan especial que, como conquense, considero un gran honor, lo primero que tuve claro es que haría todo lo posible para que no se cumpla aquel infausto refrán que dice que a ruin pueblo, ruin pregonero, o el otro que tajantemente afirma que día de pregón, día de rigor.

El oficio de pregonero bien merece recordar la trayectoria de quienes, con persistente dedicación, hicieron del resonar de las palabras, su trabajo, ya en tiempos muy lejanos, 26 siglos atrás, desde los heraldos de la antigua Grecia hasta hoy, con variadas y curiosas funciones, como transmitir mensajes al público y los acuerdos de los gobiernos en las plazas y lugares acostumbrados.

En Roma, los pregoneros fueron quienes convocaban a las sesiones del Senado, a las elecciones y difundían los resultados electorales, pregonaban los eventos públicos, como ceremonias religiosas, juegos y asambleas, llamaban a los testigos en los juicios y algo de gran relevancia: buscaban personas y objetos perdidos. Además, se encargaban de imponer el necesario silencio para que sus palabras pudieran ser escuchadas adecuadamente por todos los presentes.

Pero se preguntarán ustedes, con razón, en qué momento apareció en España el pregonero. Pues unos 800 años atrás, lo tenemos localizado en el Poema de Mío Cid: ‘por Aragón e por Navarra pregón mandó echar, a tierras de Castiella enbió sus menssajes’.

Un poco más tarde, el rey sabio, Alfonso X, ordenó que los pregones fueran llamamientos a los mayores de 14 años, hombres y mujeres.

El Arcipreste de Hita escribió que los pregoneros debían tener buena memoria, voz potente, corrección léxica, ingenio y talante satírico.

Además fueron conocidos entre los estudiantes universitarios como bedeles, porque hacían de mensajeros, se encargaban de anunciar las fiestas que les indicaban los mayorales de estudio, y convocaban a los estudiantes por fazer examinar de lo que quieren los maestros.

Qué diferentes fueron las cosas ya en el siglo XX, cuando hace 90 años, estas mismas Ferias se anunciaron con un repique general de campanas y con una diana a las 7 de la mañana, recorriendo la mayor parte de las calles de la ciudad.

Pero lo que no hubo antiguamente fue pregoneras, algo que dejó de ser así hace años, al menos en los pregones de estas fiestas, con las ilustres colegas que me precedieron en este Parque de san Julián. Y qué mejor espacio que este céntrico parque, referencia en innumerables ocasiones para todos nosotros, sobre todo, en verano y en estos festejos que ahora comienzan…

Tomemos, pues, el pulso a la fiesta y a su patrón, san Julián, vere pater pauperum (verdadero padre de los pobres), quien desde su descanso eterno en nuestra catedral tantas Ferias ha contemplado en su honor durante siglos, y a aquellas gentes que le honraban y veneraban, cuando era posible, porque, en algún momento de la historia, todos los festejos quedaron prohibidos.

Así aconteció aquel año de luto que se hubo de guardar por la muerte del rey Felipe IV, en que no se permitieron celebraciones, para lo que la reina envió una Orden comunicando al ayuntamiento de Cuenca que hasta el cabo de año de la muerte de Su Majestad no se pueda en todos sus reynos correr toros, vacas ni hacer demostraciones de alegría.

Pero los festejos, naturalmente, se promovían para acontecimientos bien distintos, como eran los casamientos reales. Y así fue el 6 de septiembre de 1689, en que el ayuntamiento de la Ciudad acordó que haya fiesta de toros con el mayor lucimiento que sea posible por la festividad de Nuestro Glorioso Patrón San Julián, y juntamente por concurrir la publicación de los reales casamientos de Su Majestad con la Señora Doña Mariana de Neoburgo, de que ha tenido noticia la ciudad. Y que por estas circunstancias haga la dicha fiesta con doce toros, procurando se traigan toreros de Madrid.

De la capital del reino venían los toreros aunque no faltaron diestros llegados desde algún pueblo de Cuenca, como Cardenete.

La Plaza Mayor y las bocacalles debían estar convenientemente aderezadas para los toros, además de otros menesteres a realizar que consistían en enarenar, barrer y regar, empedrar la plaza y engalanar el camino hasta ella.

En aquellos lejanos años, los dineros, los reales, empleados en los gastos de las fiestas de san Julián, se echaban en la compra de los toros, en dulces, bizcochos, azúcar rosado, confituras ordinarias y bebidas, garrafas de agua de limón, canela y horchata, y algo muy importante, el hielo para mantener las bebidas frescas, que procedía del cercano Pozo de las Nieves. También sabemos que en el año 1690 se trajeron dulces desde Madrid.

Por supuesto, entonces como hoy, el ayuntamiento se encargaba de que todos los detalles estuviesen a punto para el disfrute general en estos días. Pero todos hemos de colaborar…

Otro lugar elegido para los festejos de san Julián en aquellos remotos años, concretamente, en 1695, fue uno que ahora nos queda, también, muy cerca, la plaza del convento de san Francisco, lugar que hoy ocupa la Diputación provincial. Y ¿qué llevó al ayuntamiento a ese traslado desde la Plaza Mayor a otra plaza en la parte baja de la ciudad…? El motivo no fue otro que, como se cuenta en los documentos, la festividad de la traslación de San Julián y la colocación de su cuerpo en la urna de plata, y que el 2 de septiembre se hizo adoración de las sagradas reliquias y cuerpo en la catedral. Y como para tan grandioso evento se esperaba una gran afluencia de gentes hubo que modificar el lugar de las fiestas porque se dijo que la plaza es estrecha y no capaz el desahogo del concurso y festividad, y por ello sería muy de la conveniencia de forasteros y naturales que las fiestas de toros y demás que se celebrasen fueren en la plaza del convento de Nuestro Padre san Francisco.

San Julián reúne año tras año, en enero y en agosto, a todos los conquenses que le visitamos, unos, en su capilla de la catedral, otros, con fervor en su ermita y muchos somos, también, los que llegamos al santuario haciendo deporte y nos detenemos un instante a refrescarnos en su fuentecita, a la sombra de aquellos árboles, lugar con tanto primor cuidado por quienes han hecho de ese santuario un maravilloso espacio para el disfrute, el descanso y la oración.

El caso es que, entre devotos y deportistas, a san Julián no lo dejamos Tranquilo… pero no nos lo tendrá en cuenta: su indulgente alma nos mirará pasar en ese trasiego diario para quedar el lugar en calma al anochecer.

Devoción a san Julián que se remonta a los años finales de la Edad Media, en que cundió entre las gentes que quienes se acercaban y tocaban la sepultura de Julián sanaban del mal de calenturas y otras enfermedades comunes en la época. Todo aquello desembocó en que el 18 de octubre de 1594 Julián fuera elevado a los altares y que, en tantos episodios de enfermedades y sequías, fuese sacado en procesión por las calles de la ciudad, para hacer las socorridas y celebérrimas rogativas.

Confiemos en que este trasiego de siglos le permita mirarnos con una cómplice sonrisa en las diversiones que nos esperan estos días a niños y mayores.

Qué recuerdos nos asaltan a los de mi generación de aquellos entretenimientos en el Vivero, o el guiñol en el Parque de san Julián, o el Tío Vivo, que tanto me gustaba, o las primeras visitas a la Plaza de Toros en aquella Charlotada que nos parecía increíble desde nuestra mirada infantil, o, siendo ya adolescentes, el magnífico Torneo de Baloncesto, en el que pudimos ver a muchos de los mejores equipos del momento… Eran otros tiempos.

Y en honor de nuestro patrón nos disponemos a iniciar estos largos días de ferias, acompañados de estas bellas damas, en representación de los barrios de Cuenca. Para ellas serán días inolvidables. Confiamos en que los disfrutéis.

Las tradiciones compartidas en las fiestas siempre han contribuido a relajar las tensiones que pudieran acontecer, quedando desdibujadas en el regocijo proporcionado por la diversión y recreo, favoreciendo las relaciones personales. Recordemos siempre que uno de los rasgos de san Julián fue promover la concordia.

Y la Música, que nunca ha faltado en estas fiestas, siempre ha ayudado a esa armonía, pues como acertadamente escribiera Cervantes compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu. Aquella música de chirimías y atabales que sonó por pueblos y ciudades siglos atrás, traída hoy a nuestras calles de manos de la dulzaina, el tamboril, la banda de música municipal y los eventos melodiosos programados, con los que nos deleitaremos. Efectivamente, muchos de ustedes no habrán olvidado aquellos conciertos de rondallas y habaneras que se celebraron a mitad del siglo XX. Músicas que siempre han recorrido nuestras calles y estado presentes en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad, que debemos cuidar y mimar. Calles que a diario recorro para ir a trabajar en aquel espacio privilegiado del Casco Histórico, ciudad enrocada entre dos ríos que tanta admiración causa a los visitantes que la contemplan, y que no deja de emocionarnos a quienes diariamente la vivimos y paseamos. Las mismas calles antiguas que años atrás vieron celebrar estas Ferias, con el paso de Gigantes y cabezudos, como aquel año 1958, en que el desfile inaugural de las Ferias, acompañado del Club de Vespa local, se iniciaba en la Plaza Mayor, siguiendo por Alfonso VIII, Calle del Peso, Solera, Puerta de Valencia, Torres y hacia la República Argentina.

En esta ciudad en la que proliferan los eventos culturales, sin duda, el teatro es uno de los que más tiempo lleva entre nosotros. La vida teatral de Cuenca comenzó a finales del siglo XVI, continuando con la moda establecida en los corrales de Madrid. Teatro que con tanto empeño se sigue representando en esta ciudad por diversos colectivos, que realizan una tarea encomiable, haciéndonos disfrutar con sus representaciones, y que durante gran parte del siglo XX estuvo presente en aquellas funciones que se hacían en el Teatro Cervantes, también en la feria de san Julián.

Cuenca es, cada vez más, también, una ciudad y provincia con gran y diversa afición por el deporte, actividad que se dispuso en diferentes eventos ya en las Ferias y fiestas de hace 90 años, con aquellos campeonatos de fomento del atletismo, o como 60 años atrás, en que los conquenses tuvieron la oportunidad de disfrutar del I Concurso Hípico Regional de Cuenca, lamentándose 7 años después que nuestro Concurso Hípico todavía siga siendo de tercera categoría, cuando el éxito de público en ese lustro y pico de actuaciones bien se merece un ascenso en el escalafón, ascenso que como todos saben, llegó, estando hoy considerado Concurso Hípico Nacional.

Sin duda que también algunos de ustedes resonarán los combates de lucha libre, de los que llegaron a celebrarse 4 en una noche, o las célebres tiradas de Pichón en el campo de la Pernala, los juegos de bolos en el Recreo Peral y las cucañas en la Plaza de Cánovas. Pero si un evento deportivo merece un lugar destacado es el ocurrido en el año 1952, cuando el Real Madrid, campeón nacional de baloncesto, se enfrentó al equipo de Cuenca en un partido en la Plaza de Toros, a las 5 de la tarde. Aún no teníamos polideportivo…

En el año 1942, aunque fueron tiempos de pobreza, no faltaron las ferias en las que tuvo lugar el Primer Campeonato Local de Natación en el río Júcar, y en el que, según me cuenta mi padre, participó alguno de mis antepasados, o aquellas veloces carreras de camareros en las que se demostraba la destreza propia del oficio… Además, emulando al caritativo san Julián, se repartieron donativos y pan a los pobres de Cuenca. Y, naturalmente, hubo verbenas en los distintos barrios, que estuvieron concurridísimas y, de una manera especial, la que instaló la Junta de Cofradías en la Plaza de Abastos.

Las personas mayores que nos acompañan, que, sin duda, conocieron unas Fiestas bastante diferentes a las actuales, tal vez hayan oído comentar a sus padres aquel Homenaje a la Vejez que se hizo en el año 1928, o la presencia, aquel año, de los distinguidos diestros Cagancho o Chicuelo, emulados en los años actuales en la gran Feria taurina, evento por excelencia de estos días, que reúne a los aficionados, ansiosos por disfrutar de tardes de sol, trofeos y merienda.

Disfrutar es lo que esperamos, como siempre ha sido. Imaginen por un momento, hace casi 100 años a los vecinos de Cuenca, esperando con impaciencia maravillarse con el concurso de escaparates y la Feria del Automóvil, que se hizo en la Plaza del Mercado, y, no sin asombro contemplarían la gran traca en la explanada de Sánchez Vera y los juegos florales en el Teatro Cervantes, o aquella otra traca final luminosa que hace 66 años iba desde el puente de la Trinidad hasta la Ventilla.

Todo ello forma parte de nuestras tradiciones, como otro sector en el que esta tierra siempre despuntó, la ganadería, y que tanta celebridad dio a Cuenca, desde la Edad Media, con sus famosas lanas, tejidos y excelentes alfombras, que guardaban del frío de la Serranía a las gentes. Ganadería que estuvo presente en las Ferias de ganados que se instalaban durante estas fiestas en el Paseo de san Antonio y que organizaba la Diputación provincial.

La participación en todo tipo de eventos culturales y artísticos es indispensable en el desarrollo de una sociedad, y no podían quedar al margen, en esta ciudad que desde el siglo XVI reunió a grandes pintores, escultores, arquitectos, orfebres y artesanos del Renacimiento y que, avanzando los siglos, continuó alimentando e inspirando a célebres artistas contemporáneos, hoy magníficamente representados en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y en otros museos a ello dedicados en nuestra ciudad. Artistas y artesanos, siempre presentes en Cuenca, generadores de valioso trabajo. Esos artesanos que, año tras año, nos ofrecen sus labores en la Feria de Artesanía, iniciativa que, también, más modestamente, se hacía a mitad del siglo XX cuando en las contiguas Escuelas Aguirre se ofrecían exposiciones de arte, filatelia, artesanía y, cómo no, muestras del botijo conquense, típico y necesario en esta tierra de calurosos estíos.

Para finalizar, he querido escoger unas palabras que alguien dejó escritas y que ofreció en uno de aquellos concursos literarios que en numerosas ocasiones se hicieron en Cuenca:

Cuenca, princesa del Júcar,

Edén, nacimiento, altar.

¡Quien una vez te contemple

jamás te podrá olvidar!

 

El velo de calma que envuelve el vivir cotidiano conquense se descorre durante estos días para dejar que la alegría, el esparcimiento y una gozosa devoción por el santo, tomen carta de naturaleza en el corazón de las gentes y de las calles de nuestra ciudad.

Cuando todo acabe, y hasta el año que viene, el manto de la tranquilidad volverá a cerrarse y todo tornará a su antiguo ser. No quedarán más que gratos recuerdos colgando en las frágiles nubes de la nostalgia. Disfruten de estas Ferias y fiestas. Hay para escoger y, hasta si se sabe hacer, para pasárselo bien. Que así sea es nuestro más ferviente deseo.

Como el año pasado. Como un año más… ¡Viva san Julián!

 
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