Obrigado, Sousa

Madrid

En el último segundo del último minuto de la prolongación de un partido difícil de aguantar, el Sporting pudo salvar un punto que arregló parcialmente la tarde, pero que no debe evitar la reflexión. El equipo gijonés (o lo que quedaba de él) no dejó una buena imagen en Alcorcón y solo espabiló cuando se vio abajo en el marcador y cuando Rubén Baraja movió el banquillo. Los tres futbolistas que saltaron al campo de refresco mejoraron lo que había y cada uno de ellos tuvo una buenísima ocasión para marcar. Primero lo hizo el jovencísimo Pelayo Morilla (en el primer balón que tocó en su debut con el primer equipo), después Neftalí Manzambi y, definitivamente, el portugués Sousa, quien con un gran disparo desde fuera del área equilibró el gran tanto previo de Álvaro Peña. Aunque los árboles no deban tapar el bosque, el punto hace ver el paisaje de otra manera. O, al menos, con otra actitud.

Resulta increíble que el Sporting tuviera que afrontar el debut liguero como lo afrontó. Hubo parte de mala suerte, por la plaga de bajas por lesión y sanción que dejaron el equipo en cuadro. Pero hay otra parte que no es tolerable, como la ausencia de delanteros de la primera plantilla, dado que el director deportivo Miguel Torrecilla no ha sido capaz de cumplir con los tiempos razonables. Para los sportinguistas es fantástico ver debutar a un juvenil de 17 años o a varios jugadores del filial, pero estas situaciones deberían llegar por elección y no por obligación, porque el entrenador no tenga más efectivos con la Liga ya empezada.

Aun teniendo en cuenta esos condicionantes y el momento de la temporada en el que se está, al Sporting cabe pedirle algo más de lo que se vio en Alcorcón. El equipo volvió a recurrir al pelotazo en muchas fases del partido, un estilo que no casa con tener en el campo a futbolistas como Carmona, Nacho Méndez o Hernán Santana. Cuando raseó y se hizo con la posesión, al Sporting le fue bastante mejor. Aunque el encuentro, y sobre todo la primera parte, resultara dura de ver.

Con el punto y la forma de conseguirlo, la perspectiva cambia a mejor. Pero es evidente que a Rubén Baraja le queda mucho trabajo por delante, incluido el de reflexionar de cara al siguiente once. A los servicios médicos, obviamente también, para que jugadores como Lod ya puedan empezar a marcar la diferencia pronto. Y, por supuesto, a Miguel Torrecilla, que en todo caso ya ha suspendido en la asignatura de montar un equipo en tiempo y forma. Ojalá se ponga las pilas para que las posibles disculpas (reales en muchos casos) para explicar las lagunas de Alcorcón no sirvan durante mucho más tiempo.