Sociedad
VELUTINA

Galicia, en guerra contra la velutina

Nido de avispa asiática / Europa Press EUROPA PRESS

 Aunque cada vez hay mayor sensibilidad e información sobre la invasión de avispa asiática, las cifras de la famosa velutina siguen disparándose sin descanso. Cada año aparecen más nidos en más zonas de toda la geografía gallega. Tanto es así que desde hace un tiempo ha dejado de ser un mero problema de las zonas rurales. Las ciudades también están amenazadas por la presencia de la velutina.

CADA AÑO, MÁS NIDOS

Para hacernos una idea del imperioso avance de la avispa asiática basta con ver los datos: en 2015 los bomberos de Santiago retiraron sólo 3 nidos de velutina. En 2016, más de 160 nidos. El año pasado se rozó el millar y se espera que este 2018 se supere la cifra.

Las avispas asiáticas provocan más de la mitad de las salidas de los parques de bomberos. Los nidos aparecen en cualquier rincón con altura donde puedan refugiarse y criar a las larvas de la colmena, incluso en medio de las ciudades gallegas. "Se ponen incluso en las casas, en los colegios (...). Los hacen en un alero de las viviendas, debajo de una teja", explica Manuel Castro Berdullas, cabo del Cuerpo de Bomberos compostelano.

Una de las estrategias clave es la eliminación de las reinas. Cada reina atrapada, es un nido menos en el futuro. El Concello de Boqueixón ha puesto a disposición de los vecinos más de 100 trampas en el marco de la campaña "Axúdanos a loitar contra a velutina". Gracias a estos dispositivos con veneno, colocados en diferentes zonas del municipio, se ha conseguido eliminar cerca de 3.000 reinas de velutina.

Manuel Fernández Munín, alcalde de Boqueixón, asegura que la clave está en la prevención. "Si se consiguiese eliminar todas las reinas, no habrían más velutinas. Eso es claramente imposible, pero por lo menos si eliminamos 3.000 reinas, eliminamos 3.000 nidos de velutina", explica Fernández Munín.

¿SON PELIGROSAS PARA LOS HUMANOS?

La velutina no es peligrosa ni agresiva, sólo ataca cuando se siente amenazada. Es por ello que las autoridades recomiendan no acercarse a menos de cinco metros a los nidos que nos encontremos y, por supuesto, no intentar manipularlos bajo ningún concepto: debemos llamar al 112.

Su picadura tampoco es muy distinta de la de una abeja. Al disponer de un aguijón más largo, aquellos que manipulan un nido requieren una protección mayor, más gruesa y resistente que la común. Sobre la picadura, Castro Berdullas llama a la calma. La diferencia entre picaduras es mínima,  "lo que pasa es que esta avispa puede picar varias veces. No es como las abejas, esta pica todo lo que puede", explica el bombero.

En la inmensa mayoría de los casos, todo queda en un susto. Aparece una reacción local, en la que deberíamos aplicar frío y luego tomar un antihistamínico. Los problemas graves surgen cuando la víctima de las picaduras es una persona alérgica. La reacción es general, aparecen dificultades respiratorias, baja la tensión... Lo recomendable en estos casos es llevar un kit anafiláctico.

Lo importante es prevenir. No acercarnos a los nidos bajo ningún concepto, no hacer movimientos bruscos, no ir demasiado perfumados en entornos en los que haya muchas velutinas y no hacer aspavientos en caso de que se aproximen. No atacan si no se sienten amenazadas.

¿POR QUÉ HAY QUE ELIMINARLA?

Las larvas de la velutina necesitan de un gran aporte proteico para crecer, por lo que las adultas salen de caza para nutrir a los retoños. Sus presas preferidas son las abejas. Las avispas asiáticas las cazan, las descuartizan y luego alimentan a sus vástagos con los tórax de las abejas.

Se calcula que un gran nido de velutina puede devorar medio quilo diario de presas al día, del cual un 65% son abejas. Con esta amenaza imparable, los apicultores están sufriendo grandes pérdidas que colocan al sector gallego en una situación crítica.

El portavoz de la Asociación Galegas de Apicultores, Suso Asorey, explica que  "no es sólo la mortalidad de las colmenas, que puede ser entre un veinte y un treinta por ciento; o la bajada de producción de miel, también en ese orden. Hay que sumar trampas, líquidos atrayentes, jornadas, cursos, nuevas colmenas... A los apicultores les está causando unas pérdidas económicas que no están evaluadas".

Pero las consecuencias más fatídicas están en el medio natural. Ya no sólo es el drástico descenso de abejas que se está produciendo en Galicia, sino que las colmenas han bajado su actividad por miedo y cautela. "El impacto que tiene sobre las comunidades de insectos nativas es enorme, y esto influye en la polinización y en la fructificación", explica Marcos Fernández. Añade con gesto preocupado: "Es gravísimo"

¿HAY SOLUCIÓN?

El volumen es tal que por mucho que se retiren una media de 51 nidos diarios, la expansión de la avispa asiática no cesa. Las soluciones aplicadas en la mayoría de los casos son limitadas y de baja efectividad de cara al control de la plaga.

Los que más han buscado esas armas para luchar contra esta invasora son los apicultores. Además del traslado de las colmenas, recurren a las arpas eléctricas. Esta especie de parrillas electrificadas dispuestas en vertical son lo suficientemente anchas como para que abejas autóctonas pueden pasar sin gran peligro, pero lo suficientemente estrechas para achicharrar a las velutinas. Su tasa de eficacia es del 70%, y parece ser el medio más ecológico y efectivo en la protección de las abejas.

Pero estos métodos son meros paliativos, tiritas para una seria hemorragia que desafía nuestro ecosistema. Marcos Fernández, director del Museo de Historia Natural de Santiago y comisario de la exposición "Vespa velutina: a invasora imparable", está convencido de que el futuro está en la investigación: "Hay que pensar que hay que afrontarla como sea, y no puede ser matando moscas a cañonazos. Tiene que ser con soluciones coherentes y aprovechando la experiencia y el conocimiento de los investigadores".

En este sentido, los investigadores especializados están buscando formas responsables y selectivas. Una de las líneas de investigación más prometedoras es  la producción de feromonas (atrayentes selectivos específicos para la velutina) que atraigan a los machos para evitar la fecundación. Pero de momento, sigue sin aparecer.

 
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