Vender pisos que no existen

PALMA

Esta mañana baja usted a comprar el pan, entrega el dinero pero el panadero no le sirve ni la barra ni las ensaimadas.

Así ocurre con cada cliente de la panadería.

Pregunta: ¿cuántos compradores han de pasar antes de que intervenga la autoridad y le recuerde al panadero que el previo pago exige la entrega de los panes comprometidos?

El asunto se resolvería sin duda esta misma mañana, y estamos hablando de compras de unos pocos euros.

En cambio, una inmobiliaria puede vender pisos de cientos de miles de euros que no existen ni existirán durante meses, sin que se altere la autoridad no muy competente.

El grito unánime ante el escándalo de Mallorca Investment y sus ventas de viviendas inexistentes es “ya lo sabíamos”.

Si todos lo sabían, empezando por las autoridades que contemplaban el aluvión de reclamaciones judiciales, ¿por qué no actuaban?

Hay dos motivos. El primero que un inmobiliario siempre será más poderoso que un panadero.

El segundo y más grave que el engaño, el fraude, la evasión fiscal y la estafa se hallan perfectamente araigados y aclimatados en el negocio inmobiliario.

Para aprovecharse de los tontos, es necesaria la complicidad de los listos.

Los tontos siempre somos nosotros, y a los listos les pagamos para que no nos protejan.