Los sucesos universitarios del siglo XVII que casi cierran la Universidad

Salamanca

En las vísperas del Pregón de las Fiestas a cargo del Rector, Ricardo Rivero, hoy volvemos a mirar a la relación entre Universidad y Ciudad, que no siempre ha sido feliz, teniendo el siglo XVII como una referencia de crisis con finales trágicos.

Universidad y Ciudad están íntimamente ligadas desde hace VIII siglos. Para lo bueno y lo malo. Porque ambas instituciones han tenidos sus altos y bajos, sus alegrías y dificultades. Y a veces han tenido que responder juntas sus crisis. En alguna ocasión, esas dificultades se acentuaron tanto que llegó a plantearse, incluso el traslado de la Universidad de Salamanca a Palencia, en virtud de un antiguo privilegio de Juan II, aunque sería un traslado temporal: la Universidad podría regresar a la ciudad cuando quisiera.

Uno de esos momentos difíciles se vivió en 1644, en el siglo XVII, un siglo muy complicado para la convivencia de estudiantes y salmantinos, y de los propios estudiantes entre sí, como cuenta en su Historia de Salamanca, Villar y Macías.

Entre otras cosas sucedió, por ejemplo, que a un juez enviado a Salamanca para la resolución de un conflicto le asaltaron y quemaron sus procesos. Un asunto gravísimo porque el juez había sido enviado por la Chancillería. Ese mismo año, unas oposiciones a cátedra enfrentó a estudiantes y salmantinos, provocando la muerte de siete vecinos. La noticia soliviantó al resto de la ciudad que salió a la calle para linchar estudiantes y reclamar el ahorcamiento del culpable. Fue detenido por las autoridades un estudiante al que se ejecutó por garrote vil en la cárcel. Con la idea de aplacar los ánimos, su cadáver fue expuesto en el balcón del Ayuntamiento de donde fue retirado por los agustinos. Se le hizo un solemne funeral, quizá como un modo de enfrentarse al poder civil ya que no se había respetado el fuero del Estudio, como se denunció ante el propio Rey.

Sucesos muy graves que hicieron temer, como decíamos. el traslado de la Universidad a Palencia.

Lo cierto es que un siglo tremendo, en España y en Salamanca, y Villar y Macías, en su Historia de Salamanca, que se ocupó del asunto, escribió que no debía servirnos de consuelo que en España también fuesen mal la cosas.