Cuestión de aforo

Santa Cruz de Tenerife

El Obispo Cases administró a la Iglesia el sábado en Teror una dosis de examen de conciencia que probablemente no se dispensaba en tal medida desde los tiempos de Jesucristo 'in person'.

Puso sobre el altar las hipocresías, incoherencias y vanidades de los que se viene revistiendo la sagrada institución desde tiempo inmemorial. El repaso fue tremendo; otra cosa es que al público le haya resultado creíble.

Lo cierto es que tales despropósitos les han acabado por jeringar la fenomenal campaña de marketing que tan buenos resultados les ha venido dando durante siglos. Cosa que ha desembocado en una tremenda fuga de fans.

Es más o menos lo que no paramos de decir que ha pasado con la clase política y la sociedad. Lo mismo que la Iglesia no se aplica sus propias normas, los políticos, tampoco. Y eso harta mucho a la gente.

A fin de cuentas, el público objetivo viene siendo el mismo. Y a nadie le gusta ver cómo de palabra les largan y les imponen unas reglas que a la hora de la verdad no valen para quienes las predican.

Quizá ahora el fin de los aforamientos que traerá la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias sea un buen primer paso. Quizá si los administrados empiezan a ser juzgados de la misma forma que los administradores, el aforo de las urnas deje de quedar tan grande para los pocos interesados en votar.

Veremos