Toñi Asencio

Jerez de la Frontera

¿Ser mujer, feminista y de izquierdas implica negar la voz a otras mujeres? ¿Permitir la voz a quienes trabajan vendiendo favores sexuales nos hace cómplices de proxenetas y quienes comercian con seres humanos?’

¿Por qué la izquierda y la derecha se parecen a veces en esa actitud paternalista que tanto daño nos ha hecho a las mujeres?; ¿por qué seguir creyendo que no podemos pensar por nosotras mismas aunque seamos putas?; ¿por qué creer que necesitamos de alguien que nos diga lo que de verdad nos conviene?

Dar la voz a las prostitutas, permitirles reivindicar derechos laborales, normalizar “su trabajo” sacarlo del ostracismo de la alegalidad de la estigmatización, plantar cara a esta sociedad hipócrita que siempre esconde la basura bajo la alfombra no es incompatible con luchar contra cualquier tipo de explotación.

No soy simplista aunque estas breves notas no me dan para más; no tengo las respuestas, pero sé que la negación añade victimización y que el empoderamiento de las mujeres no puede tener límites ni cortapisas.