Málaga, capital del ruido

Málaga

El gran Guido Ceronetti, recientemente fallecido, tiene un aforismo estupendo en su libro El silencio del cuerpo, un aforismo brillante, entre tantísimos aforismos brillantes que se han recordados estos días, a propósito del ruido….: “Quien tolera los ruidos es ya un cadáver”.

Touché… ¡Qué gran estocada! Es eso y vale la pena repetirlo: “Quien tolera los ruidos es ya un cadáver”. Fíjense, se trata de una revelación casi forense. En definitiva un aforismo es una bala de plata: si falla, resulta ridículo; pero si hace diana, es insuperable. Y Ceronetti, en menos de diez palabras, logra fijar quirúrgicamente una idea fundamental: el silencio, o al menos la resistencia al ruido para disfrutar de cierta tranquilidad apacible, es parte esencial de la condición humana. El ruido, en cambio, nos envilece, nos arrebata la humanidad.

Siempre me ha sorprendido la tolerancia con el ruido que hay en Málaga. La ciudad figura, de hecho, en los rankings de ciudades más ruidosas. Es uno de los enclaves más estridentes de España, que es, tras Japón, el segundo país más ruidoso del planeta. Esto es lo que hay. Málaga lleva varios años sin sumarse siquiera al Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido. En lugar de asumir su responsabilidad, aquí apelan al equilibrio entre vecinos y empresarios. Qué cosas. Eso es lavarse las manos cobardemente. Y por supuesto pasa lo que pasa. Este sábado se produjo una batalla campal en el centro, con choques estrepitosos a lo largo de la madrugada. El Ayuntamiento habla de imprevisión, pero ese no es el auténtico problema. Se trata del resultado de años de tolerancia. Nunca se ha hecho pedagogía del silencio. Todo lo contrario, se ha protegido el ruido. Igual que con las terrazas invadiendo el espacio público, se ha amparado la agresión acústica en nombre de no sé qué beneficio turístico. Y, como denuncian los vecinos del centro histórico, este es el plan nuestro de cada día...

En Málaga, lejos del aforismo de Ceronetti, quien tolera los ruidos no es un cadáver, no. Lamentablemente aquí es un cadáver quien trata de descansar ignorando la dictadura del ruido de protección oficial tolerado por las autoridades.