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Lejías milagrosas

A PRIMERA HORA (16/10/18)

A PRIMERA HORA (16/10/18)

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Parece mentira pero todavía hay hueco en nuestra sociedad para los charlatanes y los vendedores de crecepelos. En pleno siglo XXI, en la era de internet y del acceso ilimitado a la información, todavía caemos en las garras de supuestas curas basadas en el saber ancestral de vete tú a saber y en remedios que son auténticas locuras. Hace algunos días conocíamos la denuncia interpuesta en Canarias a un hombre por aplicar la picadura de abejas para curar diversas patologías; en España ya han muerto varias personas por seguir este tratamiento sin base científica. Esta semana, sumen, otro gurú del engaño médico se quedaba con las ganas de dar sendas conferencias en La Palma y Fuerteventura, y con la colaboración de instituciones públicas. Entre otras cosas, Josep Pámies, así se llama, defiende el uso de una lejía milagrosa para curar el autismo. En fin, otra locura más que se une al respaldo de un ayuntamiento canario hace meses cuando casi avala una charla que relacionaba, precisamente, el autismo con el uso de los móviles. ¿Qué está fallando? ¿Por qué seguimos creyendo a estos personajes? ¿Por qué hay personas dispuestas a dejar la quimio, por ejemplo, para morir creyendo en pseudoterapias? ¿Por qué hay administraciones -cabildos o ayuntamientos- que siguen respaldando a estos brujos modernos? El desconocimiento no exime de culpa a las instituciones, y la falta de cultura científica o el seguir ciertas modas tampoco debería ser excusa para apoyar desde lo público estas iniciativas. La vida de mucha gente está en juego, y apoyar a los que se lucran gracias a la desesperación -con falsas y peligrosas terapias- no debería tener ni un pase.

Por cierto, tampoco estaría mal que algunos colegios profesionales, y miro al Colegio de Médicos de Santa Cruz de Tenerife, dejaran de escudarse en el eufemismo de la terapias complementarias. Esa equidistancia provoca que pacientes y profesionales confundan los tratamientos avalados por la ciencia con los timos más variados. Y a los que siguen pensando que la industria farmacéutica es ese enemigo ávido de dinero, calculen, por ejemplo, lo que ingresan algunas de las empresas que se dedican a la homeopatía: millones de euros por pastillas con azúcar.

Si tienen dudas, piensen que vivimos en una época donde hemos alcanzado la mayor esperanza de vida de la historia de la humanidad, entre otras cosas, gracias a los avances de la medicina moderna. Las picaduras de abeja, las lejías milagrosas y los remedios de curandero deberían haberse quedado en el trastero de la historia hace tiempo.

 
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