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Reparto de bostezos en Anoeta

La Real Sociedad empata (0-0) contra el Girona de Eusebio, que volvía a casa, en partido trabado y muy espeso en el que, eso sí, los donostiarras tuvieron las mejores ocasiones, especialmente en las botas de Sandro Ramírez

Sandro trata de regatear al futbolista del Girona, Pedro Porro / Juan Herrero EFE

San Sebastián

Eusebio se llevó un punto de su regreso a Anoeta con su Girona en un partido tedioso y demasiado encorsetado en los rigores de la táctica. La Real pareció por momentos querer más y tener algo más de ambición, pero fue insuficiente, porque solo con las intenciones y la chispa de Sandro no se puede ganar a un Girona que engaño a todo el mundo con una posesión sin profundidad, porque lo que realmente buscaba era volverse con un empate. Solo al final en dos acciones aisladas se le vio cerca de la portería de Moyá, pero el mallorquín estuvo atento para amarrar un punto que le sirve de poco a una Real que no aprovechó el subidón logrado tras el Derbi vasco de San Mamés. Reparto de punto Justo, o injusto según se mire, porque por el espectáculo ofrecido igual había que quitarle a cada uno ese punto federativo que se reparte de salida en cada partido.

En un principio, parecía que era la Real quien quería coger el peso del partido, tener más la pelota, ante un Girona replegado y expectante. Los papeles cambiados entre Garitano y Eusebio. Pero solo fue un espejismo, porque pronto las aguas volvieron a su cauce, y fueron los visitantes, con un técnico de más posesión que bien se conoce por Anoeta, los que pasaron a querer tener más pelota, con una Real que dejaba jugar para apretar su salida de balón arriba y provocar transiciones rápidas. En ese guión, el esperado, fue sintiéndose más cómoda la Real de Garitano, muy activo y moviendo los hitos de sus jugadores desde la banda.

El partido se empezaba a jugar más a lo que quería Garitano, por lo que Eusebio, en su vuelta a la que fue su casa hasta marzo, dejaba apartado su habitual carácter sosegado para activar a sus jugadores. No surtía efecto, porque sobre el césped estaba un eléctrico Sandro Ramírez, que debutaba en liga como titular con la Real. Con su actuación de la primera parte justificó su titularidad en lugar de un Sangalli que se había ganado la continuidad con su partidazo en San Mamés. El canario generó las mejores ocasiones y dejó los detalles técnicos más interesantes de los primeros 45 minutos. Aparecía por la banda derecha o la izquierda de forma indistinta, dejando un derechazo fantástico que dejó temblando el poste de Bono. Antes, Bautista y Ruben Pardo habían obligado al portero del Girona a emplazarse a fondo para enviar a córner sus disparos, y para frustrar una buena internada de Oyarzabal por la izquierda. Era lo más destacado de una Real que tuvo el dominio territorial, pero que estuvo algo fría. El Girona se defendió bien, pero en ataque apenas apareció, solo en algunas indecisiones entre la defensa realista y su portero Moyá. Es lo que ocurre cuando dejas a tu goleador, Stuani, en el banquillo.

La dinámica del partido no cambió tras el descanso. Era el Girona quien tenía la pelota, pero era tan horizontal y pausado que era difícil sorprender a la defensa de la Real. Su juego se tornaba por momentos previsible, y solo le salvaba que los donostiarras no estaban tan acertados en la presión, por lo que no eran capaces de montar las contras que tanto daño habían hecho a los gerundenses en la primera parte. Tuvo que ser Sandro, quien sino, el que despertó a la afición de su letargo, con un zapatazo que detuvo con algún apuro Bono. Menos mal que el canario estaba sobre el campo, porque era el único que ponía a un partido gris. Pero le dejaron de llegar balones, porque la Real se desajustó, y el partido cayó en una desidia tediosa. Porque Eusebio tampoco era capaz de aprovechar esa circunstancia. Apenas los carrileros, Aday y Porro, lo intentaban por las bandas, pero arriba Portu y sobre todo Doumbia estaban desaparecidos.

Tuvo que ser, de nuevo, Sandro, antes de ser cambiado, el que tuviera la mejor ocasión del partido. Un gran pase interior que remató al palo tras tocar en Bono y el rechace le caía a Oyarzabal, cuyo remate también lo despejaba el acertado meta canadiense. Fue la mejor chispa de la Real, y por extensión del encuentro. Luego aparecieron Willian José y Sangalli y le imprimieron otra energía a una Real que si quería la victoria, mientras el Girona, a pesar de sacar a Stuani, parecía conformarse con defender el punto que tenía. Aún así, fue un efecto gaseosa, porque fue un quiero y no puedo de una Real que encima se llevó dos sustos prostreros de un Girona al que por propuesta futbolística no parece ser entrenado por Eusebio.

Roberto Ramajo

Roberto Ramajo

Entro en el grupo en 2002 como redactor de prácticas. En 2005 se incorporó a la redacción en Gipuzkoa...

 
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