A Antonia Limón

Andújar

Prefiero el paisanaje al paisaje, como dice una canción de Joan Manuel Serrat. La mayor riqueza de cualquier territorio para mí siempre han sido sus gentes, por encima de la belleza de sus vistas panorámicas, la variedad de su fauna y flora e incluso sus singularidades más espectaculares e insólitas. Donde se ponga una charla tranquila con un lugareño, un paseo con un pastor o una comida casera al calor de una chimenea en una pequeña casa de labranza, que se quite el monumento natural o artificial más impresionante del universo.

Vamos, que no cambio una conversación o comerme un puchero con mi vecina Antonia Limón por contemplar todas las que llaman ‘maravillas del mundo’ juntas. Esta mujer es uno de esos habitantes entrañables y admirables de nuestro Parque Natural Sierra de Andújar, que nació, se crió y dio vida a cinco hijos entre sus encinas, quejigos, lentiscos, romeros, madroños y ‘piedras lunares’. Conoce este espacio protegido tanto como cada una de las señales que ha dejado en su rostro y su cuerpo una vida dedicada a tirar de una familia para adelante, sólo con sus dos manos y una finca ubicada en mitad de una preciosa dehesa y rodeada de las montañas donde ha trabajado tantos y tantos días de frío, lluvia o calor, desde el amanecer hasta incluso de noche con luna llena, pero siempre con una sonrisa en la boca.

Ha visto de todo por esas colinas y arroyos que separan Andalucía de Castilla-La Mancha. Incluso esos animales en peligro de extinción, como el lobo, el lince ibérico, las águilas o los buitres, a los que ahora vienen tantos turistas desde muy lejos para intentar verlos, pero que antes nadie quería ni divisar porque eran considerados ‘alimañas’. Las vueltas que da la vida, que diría Antonia.

Ella siempre respetó todo lo que crecía a su alrededor en la finca de ‘El Limón’. Sabe que todos esos seres vivos permitieron que sacara adelante una gran familia con su esfuerzo y tesón. El puñetero destino le arrancó muy pronto la mitad de su ‘corazón’, pero no se acobardó ni mucho menos, a pesar de tan grande pérdida, sino que le plantó cara a su suerte, con el inmenso golpe que había recibido tan joven. Ahora, disfruta de sus nietos, con los que el presente le ha recompensado con total justicia.

Tengo la gran suerte de conocer desde hace mucho tiempo a esta buenísima mujer, que cada día lucha por los suyos y porque todos podamos aún disfrutar de nuestra Sierra. Enhorabuena y muchísimas gracias por ser más que una vecina y parte ya de mi familia. Va por ti, Antonia!!!