El partido lo ganó la afición

Ponferrada

El mejor partido se jugó en las gradas de El Toralín donde ambas aficiones vivieron el derbi en son de paz. Las fuerzas del orden no registraron altercados antes o después del encuentro en el Ponferradina-Cultural más tranquilo que se recuerda, aunque la policía no perdió de vista a los grupos más radicales. Sin embargo, nadie manchó una preciosa jornada que se vivió desde primera hora del día.

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Una minoría de aficionados leoneses eligió el autobús y el viaje organizado por la Federación de Peñas para desplazarse a Ponferrada, donde se mezclaban en los céntricos establecimientos las camisetas blanquiazules y los distintivos culturalistas. Tras la comida, un corteo de dos kilómetros rumbo al estadio fue el punto de unión de los hoy visitantes. En los aledaños del estadio, colas en las taquillas y un ambiente extraordinario.

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Las gradas se fueron poblando y cuando saltaron los jugadores, el fondo de sur se llevó de banderas y bufandas. La banda sonora del "A Ponferrada me voy" retumbaba en los oidos de los 8000 espectadores, una delicia seas o no de la Deportiva. Como coreado fue el himno a León por la animosa hinchada capitalina, más numerosa que nunca en el feudo del eterno rival. Y de la algarabía de un fondo, al muestrario de pancartas en el otro. "Gracias Numancia" se leía entre el grupo local más bullicioso en un guiño al pasado.

Y en el palco, lleno hasta la bandera. El alcalde de León, Antonio Silvia, no falló a una cita que dejó mucho que desear en lo futbolístico, pero que lanzó un mensaje a los cuatro vientos: el fútbol no es ahora el mayor problema de los leoneses, que decidieron vivir el partido en paz.