"La política, más que un conflicto, es un baile. Somos maestros de esgrima"

Madrid

Hace cuatro años que Pablo Simón se instaló de forma definitiva en Madrid procedente de Bruselas. Cuatro años durante los cuales la figura de los politólogos en nuestro país ha pasado de circunscribirse a la labor meramente académica, a convertirse en una auténtica referencia mediática. Un auge del interés de la ciudadanía por la política que, según reflejan los datos, se ha duplicado desde la ruptura del bipartidismo clásico en nuestro sistema de partidos.

Tras su llegada a la capital, gracias a una plaza como docente en la Universidad Carlos III de Madrid, Pablo Simón se ha convertido en una de esas referencias que trata de aportar al debate político una mirada apartada del ruido y las posturas maniqueas de las tertulias televisivas. Durante una pausa entre clases, tutorías y su labor en radio y televisión, hablamos con el politólogo sobre sus rincones predilectos de la capital.

Comenzamos en uno de los lugares donde “resetear” la cabeza tras una jornada de trabajo: el bar de debajo de casa. “Ese sitio donde te ponen lo que quieres sin siquiera tener que pedirlo. Te aporta un contacto con una realidad más familiar”, comenta. Una realidad familiar que el riojano encuentra en rincones del centro como Cascorro, La Latina o Lavapiés, sus espacios destacados de la capital, en algunos de los cuales ha residido y que conectan con la agitación y la vida de calle que destaca como uno de los factores que más le ayudan a conectar con una ciudad que según confiesa “le flipa”.

Durante estos días su agenda se llena de eventos relacionados con la presentación de su nuevo libro “El príncipe moderno: Democracia, política y poder” (Debate). Un trabajo en cual repasa algunas de las claves de la política actual desde una perspectiva de inspiración maquiavélica que reconoce como una de sus referencias vocacionales de juventud. A través de este prisma, desarrolla una visión de la política que reivindica la pluralidad de la misma. “Nunca vamos a estar de acuerdo en lo que es justo o lo que es bueno, y eso es maravilloso”, afirma. “La política, más que un conflicto, es un baile. A veces bailas swing, otras ballet, y otras trap”.