Sociedad
Federico García Lorca

Víctor Amela presenta 'Yo pude salvar a Lorca'

El autor narra una historia familiar, la de su abuelo, inscrito en la Falange por el poeta Luis Rosales, amigo de Federico

Víctor Amela / Europa Press

Barcelona

El escritor barcelonés Víctor Amela recupera la "historia universal" de su abuelo Manuel Bonilla, campesino y pasador clandestino durante la Guerra Civil en La Alpujarra granadina, en la novela 'Yo pude salvar a Lorca' (Destino/Columa), que sale a la venta este martes.

Escucha su entrevista en 'La Ventana':

"Mi abuelo me dijo: "Yo pude salvar a Lorca""

23:57

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En rueda de prensa este lunes, el escritor ha detallado que la novela, escrita originalmente en castellano, versa sobre su familia "y sobre la mayoría de familias españolas, en las que hay algún tío o abuelo implicado o afectado en algún momento de la Guerra Civil, determinando el futuro de toda la familia".

"Mi abuelo estaba allí. Él pudo salvar a Lorca", ha expresado Amela, que sabe por su madre que su abuelo sí conoció al poeta granadino Federico García Lorca, y que pudo intervenir en este drama de alcance universal.

"La novela es un tributo a un hombre silencioso, callado y discreto", ha dicho Amela, que ha escrito esta historia para luchar contra la condena al olvido de su abuelo, y que es a la vez la memoria de tantos abuelos condenados al olvido en un tema universal.

Amela parte de dos miembros de su familia: su tío paterno y su abuelo materno; el primero, en la Leva del Biberón en el Ebro y el segundo, campesino y afiliado a la Falange, que cuando Amela era pequeño --en los años 70-- una vez le pronunció la indescifrable frase 'Yo pude salvar a Lorca'.

Amela ha dicho que cuando con diez años oyó esta frase de su abuelo analfabeto no la entendió: "Me fui a dormir con aquella frase. Pasaron los años y no tuve el impulso de preguntar más. No sé por qué", ha detallado.

Cominda Familiar

En una comida familiar de Año Nuevo diez años más tarde, el escritor obligó a su tío y abuelo a "decir algo" preguntándoles dónde estaban cuando terminó la Guerra: si su tío republicano fue enviado al penal del Puerto de Santa María, en Cádiz, depurado por los franquistas, su abuelo también estuvo allí, pero no encerrado, sino de guardia.

"Eran dos personas que no podían ni sospechar remotamente que 41 años después serían miembros de una misma familia y estarían sentados a la misma mesa", ha descrito Amela, que ha considerado muy sugestivo este episodio.

El autor explicó este episodio al escritor e hispanista Jason Webster a lo largo de una entrevista, quien le animó a escribir una novela sobre el paradero de ambos personajes, ambos "unos perdedores, pero cada uno en un bando".

Aparte, en el año 90 murió su abuelo y el escritor se sintió mala persona por no haberle preguntado nada sobre la frase de Lorca y haberle menospreciado: "Era un hombre callado y discreto, y esta culpa me movió a viajar 1.000 kilómetros a ver el lugar donde había nacido".

Amela se documentó entonces sobre la Granada de 1936 y concretamente de la pasión y muerte de Federico García Lorca, ya que cuando estalló la guerra y los falangistas se sublevan en Granada, la ciudad quedó rodeada de República, y La Alpujarra quedó en el bando republicano.

Ha explicado que "decidió que quería ayudar a quienes corrían peligro", como personas religiosas y propietarios de pequeños negocios, ya que como pastor, se conocía bien los caminos.

El vínculo entre su abuelo y Lorca era el poeta Luis Rosales, muy amigo de Lorca, que fue quien inscribió a su abuelo en la Falange: "Y en algún momento mi abuelo le pudo ser útil a Rosales para sacar de Granada a Federico García Lorca".

Aparte de Granada, uno de los escenario de la novela es Barcelona por el amor de Lorca hacia la ciudad y porque fue el escenario que permitió el encuentro entre su familia: los Bonilla acabaron en el barrio de la Trinitat Nova, mientras que en la Trinitat Vella vivía la familia paterna Amela: "Yo soy nieto de la guerra".

 
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