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La tradición pide paso

El Patronato de Turismo acoge un belén napolitano formado por más de doscientas figuras

Belén napolitano expuesto en la casa de Niñas Nobles, sede del Patronato Provincial de Turismo / Patronato Provincial de Turismo

Granada

La Asociación Granadina de Amigos del Belén inaugura este miércoles en la sede del Patronato Provincial de Turismo de Granada un espectacular belén de estilo napolitano de 25 metros cuadrados, conformado por más de un centenar de figuras humanas y otros tantos animales.

El montaje permanecerá abierto en la primera planta del Palacio de Niñas Nobles hasta el próximo 8 de enero y podrá visitarse de 9.00 a 19.00 horas de lunes a viernes, de 10.00 a 19.00 hotas los sábados y de 10.00 a 15.00 horas los domingos, según informa la Diputación.

La inauguración del belén se realizará a las 18.00 horas, con un pregón pronunciado por Enrique Medina, diputado provincial de Turismo y vicepresidente del Patronato Provincial de Turismo de Granada.

Los 'pastori', como llaman los napolitanos a las figuras del belén, están formadas por un cuerpo de alambre y estopa, testas (cabezas) de terracota con ojos de cristal, y manos y pies. Sus tamaños oscilan entre los 11 y 30 centímetros y están pintados al óleo y vestidos con sedas bordadas en plata y oro, y adornadas con pasamanería.

Las testas expuestas son obra de los prestigiosos artistas napolitanos Marco Giuseppe Ferrigno, Francesco Testa y Marco Bottiglieri. La escenografía está realizada por José Luis Jiménez y los vestidos confeccionados y bordados por José Luis y María José Gallardo. El belén napolitano deriva del pesebre napolitano, una tradición navideña de origen medieval en Nápoles basada en la escenificación artesanal del Misterio del Nacimiento de Cristo.

Hacia el siglo XVII, aparecen figuras de personajes de Nápoles de la época con total detallismo tanto en los rasgos como en los atuendos y en la representación de las actividades de ocio y comercio del momento. La época dorada del belén napolitano está impulsada por Carlos III en el siglo XVIII.

El considerado 'rey alcalde' de Madrid importó de Nápoles la moda del belén. Aproximadamente en 1760, el monarca encargó estatuillas para el belén que regalaría a su hijo Carlos IV, que tan solo era un infante.

Como era común, la moda corrió por las calles de Madrid y las clases altas imitaron al monarca, derivando en una tradición que llegó a asentarse en todos los hogares españoles.

Los belenes contaban cómo era la vida en la ciudad de entonces: viva, bulliciosa, un poco caótica, colorista, animada. En los bellos montajes se intenta captar este ambiente y tanto detalle se dedica a la tienda del pescadero, del que vende piezas de vidrio, de la lotera, del que vende cuadritos de devoción, como al portal, la pieza central del belén.

En el belén napolitano nunca puede faltar la figura de Benino, el pastor que está durmiendo. El Niño Jesús nace en las ruinas de un templo pagano (se acababan de descubrir Herculano y Pompeya), vencedor del mal y en la ciudad también se da la contraposición bien-mal, rico- pobre.

 
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