Los pueblos de Guadalajara exigen seguridad ante la oleada de robos

Alcolea del Pinar

Mientras más de 4.000 policías nacionales se desplegaban en Madrid para controlar a los hinchas de dos equipos argentinos, en Alcolea del Pinar vecinos de una treintena de pueblos de la provincia de Guadalajara salían a la calle para pedir que al menos un puñado de agentes de la Guardia Civil vele por su seguridad después de más de 50 robos en los últimos meses. Es el contraste de lo que sucede en la gran urbe y de la penuria que sufre la zona rural.

Los ladrones no tienen ninguna dificultad para desvalijar bares, casas, los Ayuntamientos, la ITV, una oficina de La Caixa, gallineros, naves agrícolas, teleclubs, centros sociales, coches e incluso la Iglesia. No hay guardias civiles vigilando la zona y cuando llaman por un robo tardan hasta dos horas en llegar.

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Impotentes los vecinos pedían que alguien se acuerde de ellos y recordaban que tienen tanto derecho a sentirse seguros como el que vive en Madrid o en Zaragoza.

El que fuera defensor del menor de la Comunidad de Madrid, el psicólogo Javier Urra, leía el comunicado y se erigía esta vez en defensor del mayor, porque sobre todo son personas mayores las que quedan en estos pueblos y las que sufren la indefensión y la impotencia de ver como los robos continúan desde hace meses sin que las autoridades puedan pararlo

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La manifestación que reunía a unas 1.500 personas terminaba frente al cuartel de la Guardia Civil que tuvo Alcolea, hoy cerrado, hoy abandonado, igual que sus habitantes y los de toda la zona rural de la provincia de Guadalajara.

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Estas personas, sean muchas o sean pocas, tienen el mismo derecho que cualquiera a vivir tranquilos y en paz.