'Víctimas, una vez más'

Algeciras

Aunque el mundo en el que vivimos está dominado por la incertidumbre, hoy más que nunca, lo cierto es que no conviene provocarla de forma innecesaria, dado que de todos es sabido que la economía es alérgica a todo lo que conlleve no saber qué va a pasar dentro de cinco minutos.

Si por algo se ha caracterizado este proceso actual en el que se encuentra inmersa Europa es la incertidumbre, precisamente. Pero, además, cada vez que creemos que una incógnita se resuelve, otra aún más grande se abre a continuación. No salimos de una y ya estamos metidos en otra. El Brexit, que cada vez se parece más a una espiral sin fin, nos tiene atenazados en medio de un sin vivir que todo apunta no va a tener un buen fin.

Pocos lugares de España, por no decir ninguno, son tan sensibles a este proceso de salida del Reino Unido de la UE como la comarca del Campo de Gibraltar. Cuando creíamos que esto estaba hecho, o casi, todo se ha acabado complicando mucho más de lo esperado y hasta un punto en que nada de lo hasta ahora escrito y rubricado puede que tenga la menor importancia, la menor relevancia, el menor recorrido. Qué verdad más grande se encuentra en ese principio negociador que dice: Nada está acordado hasta que todo está acordado.

La sensación de impotencia y de incapacidad para influir en el resultado final nos acaba llevando a la desazón y, por qué no decirlo, a la resignación. Estamos en manos de quienes defienden otros intereses que no son los nuestros, aunque se parapeten en expresiones grandilocuentes y en supuestas razones superiores que para nada son las que a nosotros nos interesan.

Una vez más, la razón de Estado –aunque en esta ocasión de otro Estado que ni siquiera es el nuestro- amenaza con atropellarnos y se nos puede llevar por delante sin que podamos ni siquiera levantar la voz. Estamos a un paso del precipicio y eso nos convierte de nuevo en carne de cañón, en víctimas de decisiones adoptadas a muchas millas marinas de distancia, nunca mejor dicho.