El último disco de Iván Ferreiro se titula Casa y el cantante nos ha abierto sus puertas. Aprovechamos para levantar las alfombras y ver qué se esconde tras ese trabajo que ha compuesto en su otra casa, la de Gondomar (Pontevedra). Ponte cómodo/a y ve pasando por cada estancia para escuchar las anécdotas que se han vivido allí
UN REPORTAJE DE: ELISA MUÑOZ BARRERO | DISEÑO: ELISA LAZARO NUEZ, ÁLVARO CALZADO MARTÍN
Con mucho pudor, llegamos a uno de los lugares más íntimos de esta casa: la habitación. Iván Ferreiro sufrió insomnio muchos años y descubrió que “los problemas se piensan en el salón y la cama estaba para follar, para leer o para dormir”. Allí devora libros de ciencia ficción y sus personajes se cuelan como lágrimas en la lluvia en sus canciones. El doctor Manhattan tiene un rincón especial en esta Casa.
En una primera escucha, el disco huele muy bien. Y en una segunda también. Pero no nos engañemos, en esta casa también hay mierda, lo que ocurre es que Ferreiro lo ha hecho tan bien que el siguiente en entrar al baño, ni se da cuenta: “Es que un baño limpio lo es todo. Es un baño de restaurante japonés. Yo no quería evitar la mierda en el disco, creo que es muy necesario que se hable de las cosas malas y creo que para poder hablar de la felicidad es necesario hablar de cuando no eres feliz”. Por eso, Ferreiro no se fía mucho de la gente que sólo es feliz.
Este disco comenzó tras una ruptura amorosa, iba a hablar de soledad y al final los amigos son los protagonistas. La casa de Iván Ferreiro ha estado casi siempre llena de gente, en su cocina, en su salón, en su estudio. Amigos como Leiva, Nico Pastoriza, Martiño Toro y, por supuesto, su hermano Amaro. Pero entre todos, uno de los más importantes de esta Casa es Ricky Falkner, que repite en la producción. Cuando empieza a hablar de él, surgen las anécdotas. Precisamente le conoció en esa casa de Gondomar de la forma más casual.
La cocina es -y está- en el centro de la casa de Iván Ferreiro. Tiene una gran mesa que, si hablara, contaría una y mil anécdotas de los músicos que se han sentado allí a lo largo de estos años. Ferreiro dice que disfruta cocinando pero seguro que sus amigos disfrutan más con su conversación. El cantante es, ante todo, un gran conversador. Convierte una pregunta sin intención en una gran reflexión. Y sin ser pedante, como un guiso sencillo pero sabrosísimo.
Iván Ferreiro cocina sus discos entre el salón y el estudio que tiene en el piso de abajo, en lo que debería haber sido una bodega. Reconoce que le gusta escribir en pijama, pero para grabar siempre se viste: “Para ir al estudio te tienes que mojar si llueve. Tienes que dar la vuelta por unas escaleras. A mí me gusta que nosotros escribimos en el salón y cuando lo tenemos claro, pues venga, vamos para abajo al estudio. Pero a veces hay que escribir en zapatillas”.
Iván Ferreiro vive en una casa en el monte en Gondomar (Pontevedra). Desde hace un mes tiene otra Casa, su último disco, que se funde con la casa física, donde ha compuesto todas las canciones. Al llegar, lo primero que encontramos es el recibidor de esa casa, la portada del disco: “Laniakea es el cúmulo de galaxias en el que estamos. Aunque era solo una canción, al final me pareció que era una portada perfecta. Y además, es que es muy bonito el dibujo, no es como una galaxia clásica, es una especie de pluma… me recuerda al recibidor de mi casa. Cuando entras, lo primero que ves es un poster de 2001, Odisea en el espacio”. Primera analogía. Pasemos a la segunda estancia.