Conto cada día da semana sei que este domingo vou ter sorte
El empate entre Cádiz y Mallorca dan aire a un Celta herido por la goleada en Vitoria
Vigo
Los domingos suelen ser, para la mayoría de la gente, el día elegido para las comidas familiares. Esas reuniones entre pantagruélicas mesas y largas sobremesas y, entre el segundo plato y el postre, está permitido hablar un poco de todo. Pero este fin de semana el monopolio en casi todo el país pasaba por un momento de incertidumbre a 24 horas del desenlace del PedroGate. En casi toda España menos en las casas de los celtistas. Después del duro trago del sábado tarde y del mazazo de Mendizorroza con derrota y goleada incluida, a los celtistas le tocó el indigesto plato de tener que estar pendiente del Cádiz-Mallorca a las 14:00 horas del domingo. La comida familiar con tintes dramáticos y sin hora para que toda la familia pudiese sentarse alrededor de la mesa.
El celtismo se dividió entre los que “ojos que no ven, celtista que no siente”, “no me levanto del salón hasta que acabe el partido” o “lo pongo de fondo y, de vez en cuando, me voy fijando”. Un drama absoluto porque media permanencia se jugó a la hora de la comida familiar pero a 840 kilómetros. Tres formas de afrontar el drama que han mantenido las discusiones, las tensiones o la polémica en medio del cocido o del pollo del domingo.
Se reavivó el debate en muchas casas entre los que preferían una victoria del Mallorca o los que firmaban el empate como el mejor resultado para los intereses celtistas porque, aunque sumaban 1 punto cada uno, se neutralizaba una posible remontada del Cádiz.
Y delante del televisor se encontraba el celtista medio “rematando al air”, cual Simeone en el área técnica, todos y cada uno de los balones centrados por el Cádiz. Y cuando marcó Muriqi en el minuto 11 y puso el 0-1 para el Mallorca el gol se cantó en Val do Fragoso, en Matamá, Cabral o Tui como si fuese el de Amarildo contra el Real Madrid o el de Revivo al Liverpool. Ese gol daba aire a las comidas familiares y, sobre todo, a las comidas familiares en la casa de los Mouriño, de los Giráldez o de los Aspas.
El empate del Cádiz llegó muy temprano y ahí comenzó una batalla entre uno que quería y no podía y entre otro que no quería y tampoco podía. En medio de esas comidas familiares, a alguno se le atragantó la filloa o la tarta de queso cuando Roger regateó al portero del Mallorca e intentó disparar, sin éxito, casi a puerta vacía. Ahí hubo familias de celtistas que estuvieron tentados a pasarse al grupo de “ojos que no ven, celtista que no siente”. Al final el reparto de puntos le dio tranquilidad a un celtismo que también respiró tranquilo cuando el Villarreal le marcó tres al Rayo Vallecano.
Después de la penitencia de Mendizorroza llegó la penitencia doble del Cádiz-Mallorca. Ya lo decía C. Tangana: conto cada día da semana para que me deas desa morte/ conto cada día da semana sei que este domingo vou ter sorte. Pues al final sí. Por lo menos hasta el próximo fin de semana en el que el Celta jugará sabiendo lo que hizo el Cádiz en el Bernabéu o lo que hizo el Mallorca en casa contra el Atlético de Madrid.