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El gobierno de Bolsonaro permitió que la Amazonia perdiera cerca de 45.000 kilómetros de bosque tropical en cuatro años

La cantidad de suelo amazónico arrasado equivale a la superficie total de países como Suiza o Estonia

La Amazonia ha perdido 45.500 kilómetros cuadrados de bosque con Bolsonaro al frente de Brasil

La Amazonia ha perdido 45.500 kilómetros cuadrados de bosque con Bolsonaro al frente de Brasil

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El expresidente brasileño Jair Bolsonaro aseguraba en 2021 en Dubai que la Amazonia "no puede incendiarse porque es un bosque húmedo". Las cifras de incendios han batido récords precisamente durante su gobierno. En 14 años no se había visto una acumulación tan grande de incendios. El pasado agosto hubo más de 3.300 incendios en un solo día. El responsable de Campañas de incidencia política de Greenpeace, Carlos García Paret define la etapa de Bolsonaro como "una apisonadora para el medioambiente y los pueblos indígenas". Para García Paret, que ha vivido nueve años en el estado de Mato Grosso en plena Amazonia brasileña, "el balance de los cuatro años de Bolsonaro respecto a la Amazonia es terrible porque se ha dado un retroceso de décadas" en lo que a preservación y equilibrio medioambiental se refiere.

Un incendio en una zona de la selva amazónica brasileña deforestada por madereros y agricultores cerca de Porto Velho, en el estado de Rondonia, en agosto de 2020.

Un incendio en una zona de la selva amazónica brasileña deforestada por madereros y agricultores cerca de Porto Velho, en el estado de Rondonia, en agosto de 2020. / UESLEI MARCELINO

La Amazonia ha perdido entre 35.000 y 45.500 kilómetros cuadrados de bosque solo durante la era Bolsonaro, según los últimos informes del Instituto Imazon y el Instituto Nacional brasileño de Investigaciones Espaciales (INPE). Países como Suiza o Estonia caben en esa extensión de tierra arrasada. El bosque tropical más grande del mundo ha perdido el equivalente a 3.000 campos de fútbol cada día en la era Bolsonaro. Jesús Gamero, profesor de Retos Medioambientales en la Universidad Carlos III de Madrid y analista de la Fundación Alternativas explica: "Bolsonaro ha facilitado que muchas industrias y el crimen organizado entraran en la Amazonia, se asentaran y se organizaran". Greenpeace señala además que los principales responsables de estos desastres son los "piratas de tierras", los grandes terratenientes cercanos a Bolsonaro a los que se ha permitido explotar ilegalmente la Amazonia. García Paret indica que estos terratenientes mandan a subalternos, conocidos como "los naranjas" en Brasil, a hacer un trabajo muy sucio en la selva tropical: "Los envían a destruir y quemar la selva y a poner pastos y ganado en pequeñas propiedades que al final se venden a grandes corporaciones".

Aproximadamente el 40% del bosque amazónico que se ha perdido con Bolsonaro responde a quemas ilegales para convertir el suelo en tierra apta para la ganadería o para cultivar soja que se dedica a la fabricación de piensos para el ganado. Brasil es el mayor exportador de carne de res del mundo. Otros grandes negocios que dañan el Amazonas a diario son la tala ilegal de árboles y la minería ilegal. De hecho, el responsable de las campañas de incidencia política de Greenpeace recuerda que el ministro de Medioambiente de Bolsonaro, Ricardo Salles se vió forzado a dimitir de su cargo cuando se descubrieron sus cercanías con numerosos traficantes de madera.

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Bolsonaro ha dedicado gran parte de su mandato a desmantelar y desprestigiar a las organizaciones estatales e independientes encargadas de vigilar la Amazonia. Gamero aporta una cifra contundente: "Bolsonaro ha reducido hasta en un 94% los presupuestos dedicados a la prevención de desastres". El expresidente derechista despidió en 2019 al director del INPE, Ricardo Galvão, después de que ambos se enfrentaran ese año por los datos desoladores que el INPE ofrecía sobre la deforestación en el Amazonas. Cabe destacar que el INPE es un instituto brasileño de prestigio internacional en el ámbito de las mediciones en selvas tropicales. La quema indiscriminada e intencionada de la Amazonia ha convertido a la Amazonia en un acelerador del calentamiento global. La prestigiosa revista Nature publicó un estudio en 2021 que aseguraba que la Amazonia emite ya tres veces más dióxido de carbono del que la vegetación que conserva es capaz de absorber. El pulmón verde del planeta dejó de serlo hace, como mínimo, un par de años.

Bolsonaro redujo en cuatro años hasta un 95% el presupuesto nacional para la prevención de desastres, entre los que se incluyen los incendios que azotan la Amazonia tanto por la mano del hombre como por el aumento de las temperaturas.

Bolsonaro redujo en cuatro años hasta un 95% el presupuesto nacional para la prevención de desastres, entre los que se incluyen los incendios que azotan la Amazonia tanto por la mano del hombre como por el aumento de las temperaturas. / Carl de Souza

Con el nuevo gobierno de Lula da Silva hay esperanzas de recuperar el equilibrio en la Amazonia. El primer mandato de Lula entre 2003 y 2012 consiguió reducir en un 80% la deforestación de la Amazonia. Recientemente ha asegurado que esas cifras ya no son suficientes y que deben realizarse más esfuerzos. Precisamente la nueva ministra de Medioambiente, Marina Silva, que ya ocupó el cargo con Lula en su primera etapa como presidente se unió a la campaña del Partido de los Trabajadores bajo la promesa de perseguir "la deforestación cero" de la Amazonia. Por todo ello, el analista de Alternativas confía en la propuesta ecologista de la administración Lula pero advierte: "En el anterior gobierno de Lula da Silva se dieron muchos avances en materia medioambiental pero también hubo una pulsión por desarrollar las zonas del Amazonas con carreteras e infraestructuras que dañaron la selva". En ese sentido, Gamero señala que en la Amazonia viven principalmente las personas con menos recursos de Brasil y que encontrar el equilibrio en la Amazonia teniendo en cuenta la necesidad de proyectos para mejorar la calidad de vida de esas personas e incluso el férreo asentamiento de negocios nocivos para la selva pero que permiten subsistir a miles constituyen el gran reto del nuevo presidente brasileño.

Tanto Gamero como García Paret coinciden en que cualquier intento de recuperar o ampliar las políticas verdes va a encontrar un amplio rechazo en algunos estados eminentemente bolsonaristas en donde los intereses de empresarios, de explotadores de recursos ilegales, parte de la sociedad civil y la cercanía de las propias fuerzas armadas van a dificultar mucho la protección efectiva de la Amazonia.

 
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