Joan García, filósofo: "El formato debate es una invitación al juego de las mentiras"
El filósofo y ensayista reflexiona junto a los humoristas gráficos acerca del concepto de la verdad en relación con la campaña electoral
¿Qué es una mentira si nada es verdad?
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Madrid
En plena jornada de reflexión antes del gran día de las elecciones José María Pérez "Peridis", Carla Berrocal, Julio Rey y Darío Adanti hacen lo propio analizando los últimos acontecimientos políticos. Según Peridis; "tanto en política como en la vida no hay que dar nada por hecho", y menos cuando la mentira ha sido una de los grandes protagonistas en los debates electorales de las últimas semanas.
En estos últimos días de campaña se ha escuchado a líderes de opinión afirmar rotundamente que las elecciones se convocaron con la pretensión de que la gente no vote, y también se ha presenciado como un candidato acusaba de mentir, con una mentira, a una periodista. Se ha discutido tanto si hay una verdad rotunda, que la mentira ha perdido su valor negativo y se ha convertido en una estrategia para convencer al oyente. Esto es lo que argumenta Joan García del Muro, filósofo y ensayista que lleva años reflexionando y escribiendo sobre el concepto de la verdad.
García explica que haber dejado de creer en la verdad no tiene consecuencias nada positivas para la convivencia: "Me parece sorprendente la tolerancia que tenemos hacia la mentira, y más si viene de los nuestros". El filósofo argumenta que si la gente no reconoce el concepto de verdad, la democracia es imposible, y en esto tiene parte de culpa la difusión de información no fidedigna que contribuye a la creación de bulos y a infundir pensamientos erróneos en la población, lo que desemboca en la influencia a la intención de voto. Otras de las consecuencias de dejar de reconocer la verdad que aporta García es el hecho de que "si al final no hay ningún hecho objetivo al que no podamos referir nuestro discurso, al final la verdad se convierte en lo que dicen los míos".
Joan García argumenta que la esencia de la democracia es un espacio donde se dialogue, se escuche y se respete a los que piensen de forma distinta a uno. Pero, en el panorama actual esta idea se desvanece y tiene cada vez más fuerza la superioridad moral, la cual hace que se traspasen algunas prácticas democráticas como la mentira para imponer la razón de cada candidato. De hecho, el filósofo destaca como todos los políticos apelan cada vez más al insulto para dirigirse a sus adversarios; "En nuestra política todos han llamado asquerosos a todos y, precisamente el asco me parece una sensación peligrosa y antidemocrática. El principio de la democracia debe ser el contacto".
El formato debate ha pasado factura para la verificación de datos, donde no hay capacidad de tiempo real para impedir que los políticos cuelen mentiras a la audiencia. El filósofo reconoce que; "el formato debate es una invitación al juego de las mentiras, donde se trata de conseguir frases pegadizas y eslóganes que se puedan viralizar. Simplemente el debate se ha convertido en el escenario de algo que no es verdad y el público agita".