Solidaridad

Solidaridad es una palabra relativamente moderna en nuestro idioma. Entra en el diccionario en 1869 desde el mundo del derecho para nombrar el derecho o la obligación asumidas conjuntamente por un grupo de personas y, por extensión, la adhesión de alguien a una causa o a una empresa de otros. Ancla sus raíces en el solidum latino, que nombraba lo sólido, lo compacto, lo fuerte, características que ayer y hoy definen una acción solidaria.

Es una palabra tan noble que, a veces, se verbaliza en exceso. Y los personajes públicos la enfatizan tanto que, aunque sea aguda, acaban convirtiéndola en esdrújula: "sólidaridad". Y es un término con el que el genio del idioma ha ido desplazando a otras usadas en viejos tiempos, como la caridad, la compasión, la beneficencia o la misericordia, también palabras hermosas que nos hablan de querer al otro, de padecer con él, de hacer el bien, de poner nuestro corazón al lado del necesitado. Palabras dotadas de una carga religiosa y ligadas a una sociedad en la que la ayuda entre los ciudadanos era una graciosa posibilidad y no un derecho.