La integración según Feijóo

Me pregunto cuánto tiempo pensó Alberto Núñez Feijóo si subir o no el tono de la campaña la semana pasada en relación a la inmigración. Me lo pregunto por preguntar porque, así de lejos, no parece que le dedicara mucho rato al asunto. Intentar arrebatarle un puñado de votos a Vox era tan fácil como juntar tres palabras mágicas: ocupación, inseguridad e inmigración.

Seguirán creyendo los populares que no hay inmigrantes que voten y por eso calculan que les sale a cuenta azuzar el odio contra los que están en los márgenes de la democracia. Para Feijóo vincular inseguridad con inmigración no habrá sido más que uno de los muchos actos destinados a ganar, ¿por qué esperar que tenga en cuenta la vida real de las personas?

Si hubiera un fantasma de "las consecuencias de tus palabras en campañas pasadas" que le mostrara la realidad, podría ver cómo esos a los que no ha dudado en señalar verán empeorado su día a día. En el imaginario colectivo se habrá afianzado un poco más la imagen del inmigrante como sospechoso habitual y peligro en potencia, y eso lo notaremos todos lo que podamos ser percibidos como extranjeros.

Sus palabras calarán en cada entrevista de trabajo, en cada búsqueda de vivienda, en cada encuentro con desconocidos. Incluso puede influir en la convivencia entre vecinos, infiltrarse en las relaciones al inocular la duda sobre el "otro". Pero no creo que esto le quite el sueño a Feijóo.

Luego nos dirá que no nos integramos, pero ¿cómo vamos a incorporarnos a la sociedad de manera normalizada si nos estigmatizan y señalan y juzgan de forma colectiva por lo que somos y no por nuestros actos individuales?

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