La arriesgada apuesta de Terrence Malick

Hollywood da muestras de que no todo lo que nomina tiene que ser de fácil digestión. El anacoreta Terrence Mallick ha conseguido este año tres nominaciones importantes para su película "El árbol de la vida", que compite, además, al Oscar al mejor director y a la mejor fotografía.

Un ejercicio estético, ilustrado con la música de Alexandre Desplat, nos muestra unas imágenes casi pictóricas, poemas visuales que crean un mundo de sensaciones. Aficionado a la música clásica, Mallick redondea siempre sus películas con este plus, que los melómanos agradecerán. Sobre todo porque apenas tendrán más detalles para ir desgranando qué se cuenta en "El árbol de la vida". Así de parco es este director que, en esencia, quiere expresar lo trascendental de la vida, impulsando al espectador a la meditación (los críticos dicen que más bien al sueño). En resumen: no es una película para pasar el rato. Cine metafórico, exclusivo y minoritario, es como su propio director: "Te guste o lo odies, yo no haré nada por cambiar tu opinión sobre mi obra".