TNT, temporizadores y Goma 2

En las últimas dos semanas, el terrorismo ha vuelto a acaparar muchas portadas en la prensa de todo el mundo. El cine también se ha ocupado de este fenómeno, sobre todo en los últimos años. El punto de inflexión que supone para la historia de la cultura occidental el 11-S ha generado mucho material tanto literario, como artístico, pero sobre todo cinematográfico.

Esa relación entre el séptimo arte y el terror, no obstante, no es nueva. Podríamos remontarnos a 1935, el año en el que John Ford rueda "El delator", protagonizada por Victor McLaglen y Heather Angel, pero seguramente la película que inicia esa fecunda relación es la primera "Sabotaje" de Alfred Hitchcock, de 1936, correspondiente a la etapa británica del famoso director. Con el título original de "Sabotage", la cinta nos cuenta la historia del propietario de un cine que es en realidad un peligroso terrorista. Nueve años más tarde, ya en Hollywood, Hitchcock rodaría otra película que nos llegaría a España con el mismo título, "Sabotaje", traducción más o menos libre del original "Saboteur". Estamos en plena Segunda Guerra Mundia, un humilde trabajador de una fábrica de aviones se entera de los planes de un atentado por parte de un agente nazi. En la explosión muere su mejor amigo y él se convierte en el mayor sospechoso.

Los 70

Con la llegada del cine de grandes catástrofes, se produjeron algunas de las películas más conocidas del género que tratamos. Buen ejemplo puede ser "El puente de Cassandra", una superproducción europea de Carlo Ponti, en la que lo más jugoso es el reparto: Sofía Loren, Richard Harris, Ava Gardner.

Aparece también en estos años un personaje real que va a dar mucho juego dentro y fuera de Hollywood: Carlos, más conocido como "Chacal", un mercenario, romántico para unos, asesino despiadado para la mayoría. "Chacal" es precisamente el título de la cinta que rodó en 1973 Fred Zinnemann.

El IRA

Una década más tarde el problema del terrorismo en Irlanda del Norte se hace cada vez más presente en las pantallas. Son varias las grandes obras maestras que genera la violencia en el Ulster. Destacamos tres. "Agenda oculta" (1990), de Ken Loach; "Juego de lágrimas" (1992), de Neil Jordan y "En el nombre del padre" (1993) de Jim Sheridan.

ETA

En España, la violencia etarra ha generado algunos grandes títulos. Imanol Uribe ha sido, sin duda, el director que más se ha ocupado de la situación que se ha sufrido en España y más concretamente en el País Vasco en los últimos 50 años: "La fuga de Segovia", "La muerte de Mikel" o "Días contados" son solo algunos ejemplos. La polémica ha rodeado a muchas de estas películas y ha llegado a generar problemas de seguridad en el entorno de las personas que las firmaron. Es el caso de "Yoyes", de Helena Taberna, o, "El Lobo", de Miguel Courtois.

Israelíes y palestinos

Las difíciles y violentas relaciones entre Israel y Palestina es otro campo abonado para la creación cinematográfica. Vamos a destacar solo dos títulos: "Munich", de Steven Spielberg, que cuenta como un comando palestino secuestró y masacró a un grupo de atletas israelíes que participaban en los JJOO de Munich (y la posterior venganza de los servicios secretos de Israel); y "Paradise Now", del palestino Hany Abu-Assad, muy crítico con esa asunción de la violencia por ambas partes.

Contra las Torres Gemelas

Por último, el 11-S, sus prolegómenos y sus consecuencias, aunque tardaron en convertirse en material para guiones por la conmoción que supusieron, han terminado por generar unos cuantos films de calidad muy variable. Machacados por la crítica fueron "World Trade Center" y "United 93", que relataban los hechos acontecidos el 11 de septiembre de 2001. Mucho mejor tratada ha sido "La noche más oscura", de Kathryn Bigelow, que se ocupa de como la CIA consiguió localizar y asesinar a Bin Laden.