Jonathan Wilson, el hippie tardío que encontró su sonido
Su historia es la de un hombre fuera de su tiempo. Sus impecables Muscadines llegaron con los últimos coletazos de la industria musical independiente y recibieron poca atención. Wilson llegó a Nueva York con el despegue de los grupos de rock blues como Stokes o White Stripes y tampoco encontró su hueco. Entonces decidió dar un giro a su carrera y se centró en la producción, estudió mucho y regresó a California para dedicarse a la música de otros, a darle forma y fondo, a poner su toque. Un toque que pasa por lo analógico, que se aleja de los ordenadores y que se basa en el instinto para detectar lo bueno a la primera escucha.
Devuelta en casa se instaló en Laurel Canyon, el cañón de Los Ángeles que dio cobijo a The Doors, Hendrix o Young. “Ahora es una zona pija, pero encontré una ganga”, contaba a Rockdelux. Trabajando como productor volvió a componer y fueron sus clientes, gente como Elvis Costello, los que le animaron a volver a grabar, a lanzarse en solitario.
Su disco apareció como una joya alejada a las modas del momento, un disco con reminiscencias de los días hippies, con canciones dedicadas a la paz, con aires melancólicos, con temas que hablan de los rápido que se mueve el mundo y con letras abiertamente críticas con el gobierno de George Bush. Joyas musicales como 'Rollin Universe', 'Magic everywhere' o 'Canyon in the rain'. Este chico, el heredero del barrio, nació fuera de tiempo, pero ha encontrado el camino, el sonido, que le estaba esperando.
Ahora Wilson visita España, el sábado actúa en Barcelona dentro del Faraday Festival, el domingo lo hará en Madrid en El Sol y el lunes en el centro Niemeyer de Avilés.