El Atlético vuelve a conquistar el Bernabéu en un arranque de Liga histórico

El Atlético certifica en el Bernabéu su séptima victoria consecutiva en la Liga. 21 puntos ganados de los 21 posibles para igualar el arranque -también histórico- del Barcelona. A diferencia de la final de Copa, en la que el Madrid pudo llevarse el título, esta noche el equipo blanco estuvo desdibujado frente a un conjunto rojiblanco que, cada día más, demuestra que es un suplicio para cualquier rival.

Desde la confección de su once inicial, Ancelotti demostró un gran respeto por su rival. Casi miedo. Mandó al banquillo a Modric para blindar el centro del campo con Illarramendi y Khedira. En el bando contrario no cabía la posibilidad de sorpresa alguna y solo Tiago aparecía en el reparto por la lesión de Mario Suárez.

Pero los planes del técnico italiano para controlar en corto al Atlético no funcionaron mucho tiempo. El Madrid solo se acercó una vez a la portería contraria en los compases iniciales del partido. Lo hizo en una combinación de Arbeloa con Di María y de este con Cristiano. Isco también apareció por ahí, pero la zaga rojiblanca cerró y despejó el peligro.

El Madrid demostró una enorme dificultad para construir. Algunos debieron echar de menos a Modric. Otros a Özil... Pero es que los que estaban tampoco supieron construir juego. Cristiano, porque estaba lejos de la zona de creación. E Isco, porque estaba más cerca de la línea de cal que de la pelota.

No solo era desacierto blanco, sino efectividad del plantemiento del Cholo, cuya receta consiste en controlar el partido incluso cuando no se tiene el balón. En contener, robar y salir rápido. En no fallar pases de forma inexplicable. Todo eso le funcionó pronto al Atlético, que se adelantó gracias a un Diego Costa que aprovechó un gran pase en profundidad de Koke en las narices de Pepe y Arbeloa.

Murmullos en el Bernabéu. Por el marcador y por el juego. Hilar una jugada de ataque le estaba costando demasiado al equipo blanco. Todo lo contrario que en la última final de la Copa del Rey -presente a buen seguro en la mente de todos los actores de esta película- en la que el Madrid tuvo ocasiones de todos los colores aunque el trofeo se marchó al Manzanares.

Cristiano intentó resolver por su cuenta con un disparo que se marchó alto. Y luego Benzema trató de cabecear una bola a la meta de Coirtois, pero la pelota salió fuera. Fuegos de artificio comparado con lo que iba a venir. Porque a renglón seguido el Atlético pudo hacer el 0-2. Tiago remató un córner solo -solísimo- pero por encima del marco de Diego López.

También pudo hacer el 0-3 antes de marcharse al vestuario. Fue en otro saque de esquina. Gran cabezazo de Godín y mejor parada de López. Costa intentó pescar la pelota en el área pequeña, pero el guardameta atajó de nuevo. Saltaron, por cierto, chispas en esa acción, ya que el portero le asestó una patada en la espalda al delantero cuando estaba en el suelo.

De ahí no salió el partido hasta el descanso, porque los roces y los choques se convirtieron en protagonistas. Al menos fueron más frecuentes que las combinaciones, los pases en profundidad y las paradas. Solo un cabezazo de Cristiano intentó romper la tónica, pero el balón tampoco acertó con la portería de Courtois.

Ancelotti trató de corregir en la reanudación dando paso a Bale y Modric y dejando en el vestuario a Illarramendi y Di María. Sin embargo, el protagonista en esa fase del encuentro volvió a ser el omnipresente Costa. Primero, ganándose una amarilla. Luego, chocando con Coentrao. Y, por último, creando una nueva ocasión. Su disparo lo interceptó Pepe.

No fue el último aviso del Atlético. Como el Madrid seguía sin encontrar la fórmula pese a tener algo más de orden y criterio sobre el campo, tiró una contra que dejó a Costa solo contra Diego López. Tiró sin colocación el rojiblanco. El rechace del portero tampoco supo aprovecharlo un Villa muy desdibujado a lo largo de todo el encuentro.

Como el juego no le daba para mucho, al Madrid le llegó su oportunidad a balón parado. La falta se la hicieron a Bale y la tiró Cristiano, pero por encima de la portería de Courtois. Y aunque Isco empezó a incrementar su influencia sobre el juego blanco, el blindaje rojiblanco causó que las ocasiones del Madrid llegaran de tiros lejanos de Bale y Cristiano.

Para terminar de apuntar a su equipo, Ancelotti decidió poner a Morata. Pero para eso sentó a Isco. El Bernabéu se lo recriminó con severidad. Más lo habría hecho de haber aprovechado el Atlético las ocasiones que estaban por venir, como una en la que Diego López tuvo que salir para evitar el remate de Costa y tuvo que ver luego a Koke lanzar un balón a su larguero. Ahí estaba la sentencia a falta de menos de diez minutos para el final.

De habler marcado nada de lo que quedaba por venir habría servido de demasiado. Sobre todo las dos ocasiones que tuvo Morata para hacer gol. En la primera fue Courtois el que desvió un disparo acrobático del canterano. En la segunda, el delantero tiró la bola al lateral de la red cuando el portero le había tapado todos los espacios. El epílogo lo firmaron Bale y Courtois con un fallo del guardameta que por poco no le salió caro a su equipo.

No fue así. El partido acabó con una nueva victoria del Atlético en el Bernabéu. La anterior valió un título, la Copa del Rey. Esta, por su parte, certifica que los rojiblancos son un equipo sin techo conducido por Diego Pablo Simeone y pone de manifiesto que el Madrid está lejos en muchos aspectos del Atlético y del Barcelona, los actuales jefes de esta Liga.

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