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Las tumbas reales de Ur

Woolley con un arpa de las tumbas reales de UrCADENA SER

Como dijo C. W. Ceram, se trataba del descubrimiento más interesante y, al mismo tiempo, del más espeluznante

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En otoño de 1922 apareció el cementerio real de Ur —hoy Tell Muqqayar, al sur de Irak— aunque la excavación propiamente dicha no llegó hasta el año 1926. Sin embargo, el hallazgo más aterrador se logró en la temporada 1928-1929 cuando, teniendo solamente a su esposa como colaboradora científica y 140 trabajadores, Woolley se topó con 450 tumbas, entre ellas las de los reyes (realmente, gobernantes) de Ur y la fosa PG 1237, que por su contenido no dudaron en bautizar "de la muerte". Todos los sepulcros pertenecían a la época clásica de la civilización sumeria, hacia el 2500 a. de C.

La Fosa de la Muerte

Allí descubrió los restos de 74 esqueletos femeninos, al parecer damas de la corte que se habían enterrado frente a la tumba del rey. Entre el impresionante ajuar se hallaron numerosos instrumentos musicales de oro y plata y, junto a la esquina suroeste el famosísimo carnero rampante de oro, irónicamente apoyado sobre el árbol de la vida y que se conserva en el Museo Británico de Londres. Los cadáveres aparecieron con los brazos doblados, llevándose las manos a la boca. Y además, junto a cada uno de los cuerpos, ricamente engalanados, se descubrió una copa.

El propio Woolley pudo reconstruir la macabra ceremonia siguiendo los restos allí descubiertos. "He aquí que se percibe el rumor de un procesión que se acerca por el pasillo —comenta el arqueólogo—. (...) Luego vienen los carros con los animales de tiro, bueyes o asnos, aurigas, que los hacen bajar o los empujan hacia abajo. Cada hombre y cada mujer lleva una pequeña copa; lo único que necesitaban para la horrible ceremonia. Los músicos tocaban. Luego cada cual apuró su copa —en medio de la fosa de la muerte se hallaba un gran recipiente del que todos podían tomar bebida (opio o quizás hachís)— y después se acostaron en espera de la muerte".

Para sorpresa del arqueólogo británico, la Fosa de la muerte no era el único ejemplo de sacrificios humanos en las tumbas reales de Ur. En muchas otras los suelos estaban repletos de cadáveres de hombres y mujeres que habían sido inmolados allí mismo, aparentemente, de forma violenta. Woolley También relata el caso de un auriga que fue asesinado sobre su carro y junto a los bueyes del mismo. En otro ejemplo, en la tumba de la reina Shub-ad, se encontraron las damas de honor en dos filas y al final el cadáver del desdichado arpista tañendo las últimas notas de su macabra tonada.

 
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