Más que un Ondas

Hoy les hablamos desde la planta veinticinco del hotel Vela, en Barcelona, y no pueden hacerse una idea de la vista que hay a través de los ventanales de una suite espectacular. Esto sí que es vivir por encima, no ya de las posibilidades de uno, sino por encima del resto del mundo, aunque sea sólo por un ratito.

Tenemos a nuestro pies el mar en un día espléndidamente soleado, tenemos toda la ciudad a la vista, desde aquí se divisa incluso alguna puntita nevada en las estribaciones del Pirineo. Desde luego, es eso que llaman un marco incomparable que invita al sosiego y a la reflexión. Y como estamos aquí porque falta muy poco para la gran fiesta de los Ondas, de hecho en este hotel se alojan bastantes de los premiados, y como son ya sesenta años de reconocimiento al trabajo bien hecho en el mundo de la comunicación, hoy nos van a permitir que aprovechemos para defender el oficio del periodismo.

Porque es importante para nosotros, pero sobre todo para ustedes, para los ciudadanos. Porque una sociedad es más sana si dispone de medios de comunicación potentes, si existe la independencia editorial, la pluralidad de opciones y de puntos de vista, si existe el rigor, el compromiso ético, si la información circula como un derecho y no como una mercancía, y sobre todo si los periodistas no son carne de cañón precaria y maltratada sino profesionales respetados.

Porque cumplen -cumplimos- una misión social. Como los médicos, o los profesores, o los abogados, o los albañiles. No somos ni mejores ni peores, pero sí necesarios. Y hoy es una buena oportunidad para recordarlo. Y para reivindicarlo.

Porque esta noche, en el Gran Teatro del Liceo, los Ondas van a premiar la excelencia, pero no se puede llegar a eso sin trabajo, sin decencia, sin compromiso, ni sin recursos. Disfrutemos hoy de la fiesta pero no olvidemos lo que está en juego. Y si conseguimos preservarlo, ese será el mejor premio para todos.