El Real Madrid sale vivo de Dortmund

El peor Madrid del curso fue vapuleado por un Borussia que pasada la media hora ya iba 2-0 arriba. Un penalti fallado por Di María aún con el 0-0 y dos goles de Reus hicieron temblar a un Madrid que sostuvo Casillas. El equipo blanco se trajo de Dortmund el billete para semifinales, pero se dejó allí la autoestima. | Estadísticas del partido.

Minuto 16. El árbitro pita penalti por una mano de Pisczek en su área. Las sonrisas se suceden en el banco del Real Madrid, donde habitó esta noche Cristiano por molestias en su rodilla izquierda. Con el especialista desde los 11 metros en el banquillo, Di María agarró el balón y se autroproclamó ejecutor de la pena máxima. Lo paró Weidenfeller porque Di María escogió la peor opción y, encima, se resbaló.

Y ahí comenzó un calvario para los blancos. Un auténtico suplicio. Los germanos, posiblemente pensando que ese fallo era un guiño del destino, empezaron a creer que la proeza era posible porque después del fallo de Di María vino otro igual de garrafal de Pepe. Y del posible 0-1 se pasó al 1-0. El portugués cedió con la cabeza el balón a su portero sin percatarse de la presencia de Marko Reus, que cazó la pelota y superó a un Casillas fuera de sitio.

Vieron entonces los blancos fantasmas por todas partes. Por aquí y por allá. Se les pasó por la mente, uno a uno, los cuatro goles que Lewandoski, ausente la pasada semana en el Bernabéu, les hizo hace apenas un año. Aquel Borussia de la campaña pasada, el que les dio un baño en el coqueto Westfalen Stadium, les estaba ridiculizando de nuevo. En el mismo marco y ante la misma hinchada.

Con la defensa hecha un manojo de nervios nadie ponía algo de pausa. No la olía Modric, ni Xabi Alonso, que vio la amarilla pronto y que cerca estuvo de la expulsión, ni mucho menos Illarramendi, que escuchar el himno de la Champions ya le hace temblar. Ni rastro había tampoco de Bale, que siempre eligió la opción equivocada.

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Olieron la sangre los alemanes y no dudaron en hincar el diente. Y toda la dentadura. Pasada la media hora de partido Lewandoski aprovechó uno de los tantos regalos que Illarramendi hizo en el centro del campo. El polaco estampó la pelota en uno de los palos de la meta de Casillas pero el remate lo pilló Reus, de nuevo Reus, para poner el 2-0 en el marcador.

Los germanos estaban ante su guión perfecto. Ni escrito por el mismo Klopp, que enloquecía en la banda. Tan sólo un gol más igualaría la eliminatoria, esa que tan fácil se veía hasta justo antes del pitido inicial.

Los alemanes embistieron una y otra vez a un equipo que parecía una banda. El Madrid, cual funambulista, caminaba por el alambre. Sin malla que protegiese. En un escenario como éste surgió la figura de Casillas, que tuvo que hacer de las suyas para que su equipo no cayese en el abismo.

En el paso por vestuarios Illarramendi se quedó en la caseta. No dudó Ancelotti en señalar al vasco con el dedo acusador. Seguro que el cuerpo le pedía más al italiano, pero una revolución a falta de 45 minutos podría resultar fatal. Así es que decidió cambiar el dibujo. Entró Isco y Di María retrasó varios metros su posición.

Algo se entonaron los madridistas pero los sustos siguieron llegando. Un palo de Mhkitaryan, que tuvo varias en el segundo acto, y más y más Casillas, que argumentos de sobra tiene esta noche para reclamar lo que fue suyo y que no tiene.

El Borussia perdió fuelle con el paso de los minutos y dejó algunos huecos que ni Benzema ni Bale ni Isco supieron aprovechar. Hasta el final mantuvieron los germanos en vilo a los blancos, que de milagro salieron vivos del Signal Iduna Park.

En las citas grandes es este Madrid un rival pequeño. Diminuto cuando no está Cristiano Ronaldo, que ya debe ser serio lo suyo cuando no saltó al césped ni para calentar. Deben hacérselo mirar Ancelotti y los suyos porque el siguiente envite, en ocho días, es mayúsculo. El Barça en la final de la Copa del Rey.

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