Tan inesperada como brillante
'Loreak' fue la sorpresa de San Sebastián, es una delicada historia intimista en torno a tres mujeres y a ramos de flores
Madrid
Loreak (Flores) es una película inesperada por su tono delicado y su atrevido planteamiento. Los directores y guionistas Jon Garaño y José Mari Goenaga sitúan en el centro de este thriller sentimental a una improbable protagonista: una mujer menopáusica (Itziar Ituño), una mosquita muerta nada atractiva e impensable para el cine convencional, que empieza a recibir ramos de flores sin tarjeta que trastocan radicalmente su tediosa vida.
Unas cuantas flores y un fallecimiento inesperado se convierten en un terremoto sentimental para unos personajes aislados e instalados sin remedio en una rutina vital y social que deshumaniza, en especial, a las mujeres a medida que envejecen.
Ya en su anterior largometraje juntos, Garaño y Goenaga, 80 egunean sorprendieron por su paso tan firme sobre un terreno inexplorado, despreciado casi, como es la vida amorosa, el lesbianismo, de dos ancianas. En Loreak recuperan a la excelente actriz Itziar Aizpuru, que tras su apariencia de señorona, libera un volcán sentimental que los directores han maquinado para ella con impresionante sutileza y dignidad.
Esa contundencia en las emociones para personajes, generalmente condenados a un rincón, resultan una grata sorpresa, que se completa con una irreverente y juguetona falta de solemnidad. Los personajes de Loreak, como si de flores se tratase, tienen muchos matices y pétalos que van cayendo y transformándose en nuevas sensaciones. Loreak fue la primera película en euskera que competía en la sección oficial del festival de San Sebastián y que, lamentablemente, el jurado de la pasada edición dejó pasar de largo sin premiar.