Los héroes de las letras son de barrio
Fernando y Luis abrieron sendas librerías en la periferia de Madrid hace más de cuarenta años
'Cuando abrieron la librería en Vicálvaro, la distribución editorial no llegaba allí'
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Madrid
La librería Jarcha, en el madrileño distrito de Vicálvaro, celebró el martes su cuarenta cumpleaños rodeada de amigos; y entre ellos, el mismo Juanjo Millás. Cuando Fernando Valverde la fundó, esta se nutría de libros que ni siquiera llegaban hasta sus puertas, sino que se quedaban en otro local: La Oveja Negra, en el —solo un poco— más integrado barrio de Pueblo Nuevo. Y hasta allí se marchaba el librero dos o tres veces por semana para cubrir el tramo que los distribuidores, por encontrarse su establecimiento demasiado lejos, no realizaban. Un caso similar al de El Buscón, la tienda de libros que Luis Sancho abrió en la también desatendida Hortaleza durante la Transición y que alojó más de una y más de dos reuniones clandestinas.
"En mi barrio no había colegio, instituto y no digamos ambulatorio. Pero sí teníamos guardia civil", ríe Valverde, al recordar los primeros pasos de su establecimiento. Era un entorno de trabajadores, donde los sinsabores económicos eran el día a día de muchas familias y los librosparecían un bien de lujo: y Jarcha, así las cosas, se emplazó en un local humilde y barato. "Fundamos aquellas librerías personas que creíamos que la cultura era la única manera de hacer un mundo mejor, más libre y más justo", recuerda Sancho. En efecto, ese fue su trabajo: llevar la literatura a lugares donde no llegaba por sí sola y, sobre todo, en un país en guardia en el que el pensamiento era más necesario que nunca.
Los tuiteros, algunos de ellos compradores de las dos librerías, han felicitado una y otra vez el trabajo de estos pioneros, sin dejar de recordar que, como ellos, ha habido libreros en muchos barrios con historias como la suya. Como ríe Millás, estas librerías son esa tienda de la esquina a la que bajar a por un Milan Kundera como quien compra el pan. Sin embargo, ese tejido de espacios en los que se hacía política, como ocurría antes, ha quedado por el camino. "Los socialistas perdieron el interés por estos lugares en que la gente debatía", ha opinado el escritor.
Al igual que editoriales pequeñas afloran, también otras librerías, de rostro joven y moderno, aparecen plantando cara a los grandes almacenes; eso sí, algo alejadas de los distritos que eligieron Fernando y Luis. "Fueron lugares de referencia de la cultura allí donde esta no existía", recuerda el escritor. La apuesta y el ideal de las nuevas tiendas, en todo caso, es diferente: en la cultura como en los demás gremios, fue en los barrios obreros donde se quedó la parte más dura del trabajo.