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Cine y TV

La crisis del periodismo

Jeremy Renner protagoniza 'Matar al mensajero', un thriller periodístico dirigido por Michael Cuesta que retrata el tráfico de cocaína de la CIA para financiar a la Contra nicaragüense

Madrid

Matar al mensajero sigue la estela de esos thriller de los 70 que abordaban la conspiración contra el establishment como elemento clave de la acción y la tensión, pero que, además, estaban protagonizados por periodistas. Alan J. Pakula alcanzó el cielo con Todos los hombres del presidente (1976); pero hubo otras, como El último testigo (1974) o la más reciente El informe Pelícano (1993).

Renner contra la CIA

Ahora Michael Cuesta, un realizador que demostró poseer una mirada muy personal en sus dos largometrajes L.I.E. (2001) y El fin de la inocencia (2006) -donde, por cierto, ya fichó a Jeremy Renner-, se atreve con una actualización del género basad en hechos reales. Pero en Matar al mensajero hay más influencias de su trabajo en televisión que de sus películas. Cuesta ha participado en la dirección de series como A dos metros bajo tierra, Dexter y Homeland. De ésta última, ha cogido varios elementos y los ha trasladado a su nuevo largometraje, Matar al mensajero. La teoría conspiranoica es la esencia de la serie y de la película y la CIA está presente en ambas ficciones. Si en Homeland vemos como la agencia trabaja para frenar al terrorismo; en Matar al mensajero revisitamos la lucha contra el gran enemigo de la América de los 70 y 80: el comunismo, algo que explica como nadie Noam Chomski.

Para la CIA y la administración Reagan en América Latina todo valía con tal de eliminar cualquier gobierno que oliera a comunista. Por esto, no dudaron en introducir grandes cantidades de droga en Estados Unidos para venderla a sus propios conciudadanos y utilizar ese dinero en financiar a la contra para que luchara contra el gobierno nicaragüense. La consecuencia con Nicaragua fue atroz, pero no menos que la situación creada en las barriadas marginales de las grandes ciudades norteamericanas, que aún sigue persistiendo, vean sino The Wire.

Matar al mensajero no tiene el brillo de los filmes de Pakula, pero no decae en ningún momento, aunque se difumine el momento thriller con el momento biopic al relatarnos cómo un periodista local, Gary Webb, encontró la exclusiva más grande desde el Watergate y hasta el caso Snowden, y cómo choca con la todopoderosa Agencia de Espionaje.

Lo más interesante de la cinta, además de una potente y carismática actuación de Jeremy Renner y de la gran cuadrilla de secundarios (Rosemary de Witt, Michel Sheen, Ray Liotta, Andy García y hasta Paz Vega), es cómo refleja el principio de la decadencia de los grandes medios de comunicación. La actitud de los periódicos tradicionales, otrora garantes de la libertad de expresión, contra este reportero de provincias es deplorable y es el mismo comportamiento repiten en la actualidad -muchos de ellos- cuando surge algún fenómeno que amenaza con cuestionar su propia supremacía.

En pleno debate sobre la desaparición de la prensa, Matar al mensajero recuerda que ya en los noventa, Gary Webb, Jeremy Renner en la gran pantalla, publica sus fuentes, sus anexos y toda la documentación que posee en internet. Era una de las primeras grandes exclusivas que utilizaban un canal no tradicional de información para llegar a la audiencia y su impacto fue enorme. Una película necesaria por lo que cuenta y respetable -aunque no magistral- por cómo lo cuenta.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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