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el editorial de Carles Francino

Gürtel: terapia de choque

El director de 'La Ventana' comenta su opinión acerca de la situación de Rajoy ante los casos de corrupción de su partido

El editorial de Carles Francino: Gürtel: terapia de choque

El editorial de Carles Francino: Gürtel: terapia de choque

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Madrid

No tiene suerte Mariano Rajoy; decididamente no la tiene, menos en los últimos tiempos y en asuntos relacionados con la corrupción. La última vez que quiso defenderse de las críticas restando importancia a los escándalos, aquello de que “por cuatro cosas que pasan….” ¡¡¡patapam!!!: al día siguiente estalló la “Operación Púnica” con Francisco Granados como detenido estelar.

Ahora resulta que mañana tiene que comparecer en el Congreso para anunciar nuevas medidas contra la corrupción y en la víspera el juez Ruz le ha regalado la foto, una de las fotos, del álbum de Gurtel. Y la foto es para verla: son 43 personas, entre ellas tres extesoreros del Partido Popular (uno de ellos ya en la cárcel), alcaldes, diputados, consejeros autonómicos, incluso la ministra Ana Mato…a todos ellos va a sentar el magistrado en el banquillo por haber contribuido al enriquecimiento –o haberse beneficiado- de la trama que dirigía Francisco Correa. O sea que tiene mala suerte, sí, porque además está Carlos Fabra a punto de entrar en la cárcel y la fiscalía de Extremadura ha abierto diligencias por los viajes de Monago

Pero, en fin, lo de la mala suerte es broma. Lo serio –y lo grave- es que Rajoy, que antes ya no podía pero lo hacía, eso de mirar hacia otra parte…hoy ha perdido ya cualquier coartada para no actuar; tendría que hacer algo ya, lo que sea.

Hombre, en un país más sano –más sano, democráticamente- que el nuestro, un escándalo de esta magnitud sólo podría sustanciarse con la dimisión del propio presidente, que lo es del gobierno y del partido. Y sin embargo, plantear algo así, siquiera insinuarlo, nos parece hoy extemporáneo, surrealista. ¿Y por qué? Pues porque estamos enfermos. Porque nos han inoculado el virus de considerar normales comportamientos que son absolutamente inaceptables.

La única esperanza es que la sociedad civil reaccione como un organismo humano y genere los anticuerpos suficientes para recuperar la salud. Porque aquí la justicia vendría a ser como las medicinas, el tratamiento de choque; pero si luego el enfermo no pone de su parte tampoco habrá curación

 
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