Pedir lo imposible

Madrid

Lo que la sociedad española reclamaba ayer al presidente del Gobierno era algo que, precisamente, el presidente del Gobierno no podía dar, algo que no estaba en disposición de hacer de ninguna de las maneras, es decir, un análisis sincero de lo ocurrido en este país con la financiación de los partidos y con la financiación del suyo en particular, el Partido Popular. Por eso el pleno parlamentario de ayer fue tan inútil y, seguramente, tan frustrante para el propio Mariano Rajoy, incapaz de lograr ninguno de los objetivos que se proponía. Pero el presidente del Gobierno debía saber ya a estas alturas que su figura y su biografía están tan ligadas a la vida orgánica del PP en las dos últimas décadas que está totalmente imposibilitado para hacer ese análisis sin colocarse a sí mismo en un disparadero. Por eso fue tan incomprensible, y casi perjudicial para el mismo, su comparecencia de ayer.

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Seguramente, el Partido Popular dispone en sus filas de personas que no han estado vinculadas a la vida orgánica del PP, capacitadas para realizar ese análisis y esa imperiosa limpieza interna. Mientras que eso no ocurra, todos saben que no es posible solucionar el problema. Y mientras que el PP no solucione ese grave dilema, el voto conservador de este país seguirá peligrosamente huérfano.