Lástima que la realidad sea tan distinta

Madrid

Las palabras de ayer de Mariano Rajoy sobre la recuperación económica resuenan todavía hoy en nuestros oídos. Estas, dice el presidente del gobierno, van a ser casi las Navidades de nuestras vidas, se nota en las casas, en los bares, en los comercios. Se acabaron las penurias, vuelta a los buenos tiempos, vuelta al no contar, al no sufrir. Dice Mariano Rajoy que todo esto es historia, es la felicitación del presidente del gobierno.

Lástima que los datos sean tan tozudos, lástima que las cifras se empecinen en llevarle la contraria, pero sobre todo lástima, otra vez, que la realidad sea tan distinta de la de ese mundo paralelo en el que vive Rajoy. Solo hoy, datos de desahucios, de eso de lo que tanto hemos hablado, por lo que se ha suicidado gente, por lo que algunos jueces han sacado la cara, por lo que la solidaridad ciudadana se ha manifestado con toda su dignidad.

Bueno, pues en el primer trimestre del año los desahucios han aumentado más de un 7 por ciento, con respecto al mismo periodo del año pasado. Se sigue echando a gente de sus casas, por impago de alquiler o por deudas hipotecarias. Los bancos siguen con los lanzamientos derivados de ejecuciones hipotecarias, han aumentado un 22, por ciento.

Pero se acabó la crisis, lo dice Mariano Rajoy y lo corea el gobierno en pleno. Eso, a pesar de que los parados son cerca de cinco millones y medio, de que los hogares sin ningún tipo de ingreso son más de un millón 700 mil, de que los contratos que se firman son mayoritariamente temporales y precarios, que la deuda pública sigue su escalada, que la pobreza ha entrado por la puerta de miles de hogares, que miles de jóvenes han tenido que exiliarse para buscarse la vida.

Pero Rajoy dice que ya se nota la recuperación en las casas, en los bares, en los comercios. Que casas, que bares, que comercios visita Rajoy y su gobierno. Ninguno. No se mueven de su burbuja, desde la que pretenden que nos creamos el mantra de la recuperación. Su discurso para ganar las elecciones. Que perdidos están, que alejados de la gente están.