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Sin novedad en La Tierra Media

Peter Jackson por fin acaba su adaptación del universo Tolkien con 'El Hobbit, la batalla de los cinco ejércitos'

Madrid

Peter Jackson lleva 17 años viviendo en el universo de Tolkien. Allá por 1998, empezó pensando en hacer una sola película con toques infantiles de ‘El Hobbit’ y dos de ‘El Señor de los Anillos’, y finalmente ha rodado 6 largometrajes que le han convertido en millonario y en 2004 ganó los 11 Oscar a los que era candidata El Señor de los anillos, el Retorno del Rey. Ese fue el momento para abandonar con dignidad la obra del legendario catedrático de Oxford.

Por fin se acaba el tostón

Sin embargo, Jackson quiso cerrar el círculo Tolkien y tras la espantada de Guillermo del Toro que, en efecto, sí que hubiera aportado un enfoque nuevo a El Hobbit, tuvo que asumir él mismo la segunda trilogía que ha resultado correcta en lo visual pero agónicamente alargada.

Jackson cierra en alto la última entrega de ‘El Hobbit’, con una batalla de 45 minutos, en la que además de sangre de orcos, enanos y elfos, hay muchas lágrimas, emociones y ternura, que hacen más digerible el bucle bélico para los más entregados a la causa. El gran aliciente de esta entrega es la garantía de que hay un final en la batalla. Esta vez el espectador no se queda a mitad de película con un pie colgando al borde del precipicio.

El problema, sin embargo, vuelve a ser la ausencia de novedad, que pese al preciosismo visual y el cuidado 3D, resta todo el placer de sorpresa que debe aportar una película. Jackson se esmera en los avances técnicos, pero no hay aportaciones estéticas de ningún tipo –los mismos planos picados y aéreos- y eso aumenta la sensación de cansancio y repetición. Una vez más, las interpretaciones – salvo la de Mc Kellen- son solemnes y acartonadas. Esa es una de las flaquezas de esta saga, cuyo director ha estado distraído con tanto aparataje técnico y ha descuidado la humanidad de los personajes y se ha conformado con la pomposidad épica que respiran sus actores.

No se le puede negar a Jackson el hecho de ser el creado el mundo visual del reino de Tolkien. Ha sido un gran innovador, un cineasta delicado que ha creado criaturas de fuerte personalidad y barroquismo visual. Para los amantes de Tolkien, quizá también haya sido el gran traidor que solidificó un universo que los lectores han de crear solo en sus mentes. El círculo se ha cerrado. Que cada uno recuerde a Tolkien a su manera.

 
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