Todos contra el odio

Barcelona

Es el caso más reciente del que hemos tenido noticia pero por desgracia no será el último. Hablamos de la agresión sufrida este fin de semana en Madrid por una pareja homosexual a manos de un grupo cuyos integrantes tenían pinta de neonazis: lucían cabezas rapadas, calzaban botas militares, vestían cazadoras de esas típicas y sobre todo destilaban odio; el odio que vertieron contra ese par de chicos que estaban tranquilamente sentados en un banco, cogidos de la mano, y que recibieron una buena tunda al grito de “mariconazos”. Tal vez algún oyente esté ahora pensando que eso es terrible, pero que se trata de un hecho aislado, puntual... pues no, craso error. Estas agresiones se cuentan por centenares cada año en nuestro país; y las víctimas suelen ser sobre todo gays, lesbianas, transexuales… pero también inmigrantes, indigentes, incluso discapacitados.

¿Y saben lo que tienen en común todas estas agresiones? Pues el odio al que hacíamos referencia. Son delitos de odio que seguramente se podrían combatir mejor con una ley integral pero que al menos cuentan desde hoy con un protocolo policial específico para identificarlos como tales. Se trata de hacerlos visibles y de que las víctimas se atrevan a denunciar, sabiendo que eso servirá de algo. Los chicos agredidos este fin de semana, por ejemplo, ya lo han hecho… a pesar del miedo que tienen. Tanto que ni quieren desvelar su identidad. Yo desde luego les aplaudo –como muchos de ustedes, imagino–, pero también les animo a no esconderse más de la cuenta porque los que tendrían que andar ocultándose bajo las piedras son los otros: los homófobos, los racistas. Pero, claro, conseguirlo es una tarea general, no sólo de los chavales agredidos, o de la policía, o de la justicia. Porque aquí no se trata de buscar héroes sino simplemente de que nos comportemos todos como personas decentes. Y eso incluye la tolerancia cero ante cualquier signo de discriminación, incluidas las bromitas y los chistes.

Ampliar